Me gustan muchas de sus canciones, aunque nunca he sido muy fan del grupo; me ha gustado el retrato, aunque tampoco soy muy dado a los biopics. Sí, por alguna extraña razón, sobre esto último existe la persistente tendencia a decepcionar a sus seguidores y a aburrir, no a sus detractores, pero sí a quienes no les importa demasiado la vida, obra y milagros del retratado. Bohemian Rhapsody tiene material suficientemente absorbente para salvar esos obstáculos, tanto por lo musical como por la andadura del cantante y su grupo que parece haber satisfecho a todas las partes, con la elección de un Rami Malek a la cabeza que parece la viva estampa de quien encarna. Su parecido, más que razonable, no se ha limitado a la biología y la sala de maquillaje, sino que el actor ha conseguido mimetizarse con Mercury hasta copiar con enorme exactitud cada uno de los gestos, del más banal al más excéntrico, desde el Freddie Mercury más íntimo hasta el que se viste como ídolo de masas sobre un escenario, y siempre expresado con el máximo rigor y naturalidad que el estudio del personaje le ha permitido. También es justo mencionar la acertada elección, por su parecido físico, del resto de miembros del grupo, por más que estos sepamos y sepan que no son la verdadera estrella del espectáculo.
La faceta destructiva del cantante, sus aires de divo, su promiscuidad y su posterior enfermedad son la parte que se esconde tras el escenario, las costuras tras la estrella que podíamos intuir, pero no saber, hecho con gran respeto y mimo consiguiendo seducir al espectador; son parte, o partes, que van saltando sobre cada éxito o sobre cada etapa que fueron quemando como vocalista y como banda. He echado de menos, ya puestos a mencionar sus éxitos, tan solo alguno que podría haber sido incrustado sin excesivo reparo sobre alguna de las escenas, aunque, en general, el resumen hecho sobre lo principal de su discografía es lo evidente y presumible, elementos aprovechados útilmente para dignificar el acierto de un éxito unas veces, o para subrayar la caída al vacío en otras.

Bohemian Rhapsody seguramente fue la pieza más sublime a la par que ecléctica compuesta por Mercury y redundada por el resto del grupo. Bohemian Rhapsody, la película, puede decirse que es la obra, que aún sobreviviendo al despido de su director Bryan Singer sin haberle puesto el punto y final al proyecto, habría logrado contentar también a la única parte no presente: Freddie Mercury. Aunque seguro que si éste levantara la cabeza, acabaría diciendo aquello de 'The show must go on'.