La película solo agradará a los incondicionales de Adam Sandler; es extremadamente compleja y dificil de creer, de principio a fin, los personajes mantienen unas relaciones de amor-odio que son dificiles de entender, es demasiado larga (le sobra facil 1 hora), abusa del lenguaje soez hasta cansar, la actriz prota (si es que se la puede llamar así) es 'un petardo' y el actor Eric Bana es como un pegote australiano puesto al final de la película, para 'rematar la faena'. Solo se salvan algunos momentos en la compleja relación entre los 2 monologuistas, las actuaciones, conversaciones intelectualoides de los compis de piso y de monólogos y, por supuesto ... James Taylor.