Fue en 1999 cuando comenzó esta particular aventura de los chicos de American Pie. Por suerte o por desgracia esta película sería un referente para un sinfín de películas con menos brillo han ido haciendo su apariencia en la gran y pequeña pantalla.

Para empezar hay que saber a lo que se va cuando entras en el cine a ver esta película: simple y llanamente es ver como una panda de ya no tan jóvenes amigos hacen de las suyas con respecto al sexo. Así nos encontramos como, tras los acontecimientos narrados en American pie: Menuda boda, las cosas no son las mejores y entran en conflicto el pasado y el presente y como si de una ecuación matemática se tratara, el futuro.

No nos encontraremos un argumento inteligente y maduro que busca llegar al cerebro y despertar unas cuantas neuronas sino que más bien busca relajarnos en el asiento de la sala de cine y provocarnos unas cuantas carcajadas que valen la pena y en los tiempos que corren, a veces uno necesita puede que sea simplemente eso. Pasar un buen rato con lo absurdo, inmaduro y estúpido.

Lo mejor de la película es que sabe a lo que va y sabe como tratarlo. Sabe que los actores deben ser expresivos, y lo consiguen. Saben que la imagen toma gran importancia a falta de un diálogo sostenible, y lo consiguen también. Pero sobre todo, saben que los momentos absurdos hacen que nos riamos.

Del mismo modo que de una película policíaca te esperas intriga y suspense, de una romántica te esperas momentos que se te hagan escapar las lágrimas pero sin llegar a lo repulsivo y de una película de cine independiente buscas algo original que llegue. De una película de lo absurdo (si hubo un teatro de lo absurdo, ¿por qué no un cine?) no puedes esperar más que reír por reír. De circunstancias increíbles pero que quieras o no, significan algo.

En definitiva. Si lo que quieres es pasar un buen rato y divertirte esta es una película muy recomendable.