El "Apocalipsis" de San Juan o "Libro de las Revelaciones" debe en gran medida su celebridad a los cuatro jinetes que se describen al principio del capítulo sexto que salen de un pergamino cuando Dios abre los cuatro primeros de los siete sellos que tiene.
Cada uno con su caballo (blanco, bermejo, negro y amarillo), los jinetes representan la conquista, la guerra, el hambre y la muerte.
Absolutamente nada que ver con lo que sale en la pantalla que nos traslada a un lugar, Salt Flat, donde un sheriff encerrado en su oficina observa impávido a una banda de energúmenos con la cara cubierta por un paño blanco que ahorca con total impunidad.
Ante la situación, el representante de la ley se limita a abrir la puerta de la cárcel y expulsar de la ciudad a Stuby Preston (Testi), Bunny ("Conejito", Frederick), Clem (Pollard) y Bud (Baird), respectivamente un tahúr, una prostituta preñada, un borracho y un ex esclavo negro que habla con los muertos. Cuatro desgraciados apocalípticos que montan una carreta tirada por mulas.
Su descenso a los infiernos culminará tras su encuentro con el malvado Chaco (Milián), una especie de demonio con aire de hippy que les abre "las puertas del paraíso y del infierno" al obligarlos a tomar peyote. Humillará al cuarteto, eliminará cualquier rastro de autoestima hasta dejarlos reducirlos a unos pobres diablos, perdedores absolutos, "Cowboys de media noche".
¿Western extraño? ¿Western tarantinesco? ¿Western gótico? ... ¿Western?
Parece claro que en el ambiente del Oeste se representa algo que va mucho más allá de una cinta de pistoleros o de vaqueros. Desde luego es un dramón, sí, pero narrado con un ritmo cansino, lento, aburrido por momentos.
Al final el interés, y el ánimo, levantan un poco el vuelo cuando lo que queda de la comitiva, Stuby y Bunny, llegan a un extraño poblado minero habitado solo por hombres. Allí nace el niño que es "adorado" y adoptado por toda la comunidad, "En este pueblo mucha gente se ha ido al otro mundo, pero aquí nunca ha nacido ninguno".
Un western que busca desesperadamente ser original, cosa que tal vez consiga, pero no con una obra coherente y bien acabada, no con una obra capaz de mantener el interés del espectador.
A destacar entre las interpretaciones la de Frederick. En tono algo menor Testi y Pollard.
Para nosotros la película no pasa de regular, aunque puede tener su público entre los aficionados a lo gótico.
Pero olviden lo que promete el título, porque no hay nada de apocalíptico. Ni ahora, now, ni luego.