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PETER COHELET rating:
2
Drama In a lavish 18th Century parlor in Austria, an elderly man is found, by his servant, with his throat slashed. The wound is self-inflicted, and the man is the little-known composer Salieri (F. Murray Abraham), contemporary and adversary of the now-famed, but once reviled, composer Wolfgang Amadeus Mozart (Tom Hulce). Later, from his cell in an insane asylum, Salieri tells a priest (Herman Meckler) the story of his association with ... [+]
Language of the review:
  • es
March 22, 2011
17 of 32 users found this review helpful
Así llamaba Mozart a la muerte en una de las cartas que mandó a su padre. Da la sensación de que sabía que algún día sería representado ante el mundo como un bobalicón pueril, repugnante, descortés, incauto y de risa histérica; una especie de autista con la capacidad musical hiperdesarrollada, lo que en psiquiatría se ha denominado “idiot savant” (genio idiota)

Las biografías describen a Mozart como un hombre de mundo, elegante, bailarín apasionado y aficionado a las diversiones mundanas, con espíritu crítico y siempre consciente de sus capacidades que, por sus juicios rigurosos al sistema establecido, chocó con muchos de sus contemporáneos (Marc Honegger)

Friedrich Schlichtegroll, en su necrología, describe la naturaleza y dualidad de Mozart: “... este hombre siempre distraído, siempre bromeando, parecía proceder de un ser completamente diferente, un ser superior, cuando se sentaba al piano (...)”
De aquí a caracterizarlo de cara al gran público de “idot savant” o, como poco, de “síndrome de Asperger profundo”, hay un gran trecho que la película, en nombre de la libertad creativa, recorre alegremente.

Si a semejante insulto a una de las personalidades más elevadas que el Hombre ha conocido le sumamos el hecho de que, bondades técnicas y de decorado y vestuario aparte, el ritmo de la película es lento e irregular y que en su conjunto resulta aburrida, son verdaderamente sorprendentes los “Oscars” al mejor director, película y guión.

Se da, por último, la vergonzosa ironía de que lo mejor de la película, su música, en su mayor parte ha nacido de la mente del genio que es infinitamente ofendido a lo largo de todo el metraje.
PETER COHELET
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