Samurai Champloo es de esas series que tienen algo especial. Todo está tan cuidado y encaja de una forma que engancha, sorprende y parece original. Igual hasta es original. Aunque la historia no; en la historia sólo se habla de lo divertido y de lo triste que es estar vivo.

Y es que la vida puede ser muy triste en comparación con los momentos buenos. Además, lo que lo complica todo es que estas sensaciones suelen estar mezcladas. Como en esta serie de dibujos, en la que en todos los capítulos hay peleas de samurais. Por lo que siempre hay alguien que sale ganando y alguien que muere. A vece incluso los dos a la vez.

Y sufren mucho. Sin aspavientos y con mucha chulería. Debe ser lo que tiene vivir en el Japón antiguo. O por lo menos en este Japón antiguo. Una época de salvajes. Una sociedad ideada por hombres y dominada por hombres egoístas e irracionales. Y también de hip-hop. De grafitis. De locos. De gastronomía variopinta. De duelos a espada a muerte con posturas y habilidades imposibles.

En esta época, el camino más lógico para los dos espadachines protagonistas es ayudar a una chica a encontrar al "samurai que huele como los girasoles". No tiene mucho sentido. Pero es que ninguno de los tres personajes principales tiene sentido. Ni ninguno de los otros que aparecen en la serie. Justo como en la vida real.

Así que tampoco es tan rara esta serie. Aunque lo parezca no lo es. Es una "road movie" de 26 episodios (algunos peores que otros) en los que cabe de todo y nunca sabes lo que te vas a encontrar.

Y llega el final del viaje y acaba con un final cojonudo. Y como dice en otra crítica los personajes se acaban cogiendo cariño entre si. También tu los acabas cogiendo cariño. A los personajes y a la serie. Aunque se tenga que acabar. Eso los sabes tu; pero también lo saben los personajes.