Amal es una tranquila y pacífica ciudad sueca y seguramente uno de los lugares más aburridos del planeta. Agnes está a punto de cumplir dieciséis años y se está dando cuenta de que se siente muy atraida por Elin, la chica guapa y popular de su clase, una adolescente caprichosa y algo superficial que está en la edad de no pensar más que en chicos, salir y emborracharse. ¿Cómo confesar algo así cuando todo el instituto estaría en su contra y se reiría de ella? La pobre Agnes vive un calvario, pero una noche, casi de pura casualidad, se producirá un encuentro entre ambas que las irá acercando y conviertiendo en amigas...
Lo que más me gustó de esta película es que, a pesar de la sencillez de su trama y de cómo está rodada, sin alardes de ningún tipo, retrata a la perfección el mundo adolescente, algo que se echa mucho en falta en otras películas que también tratan el tema de la adolescencia pero el resultado siempre les queda impostado y poco natural. Aquí los adolescentes, aunque suecos, son exactamente iguales que los españoles o de cualquier otra parte del mundo: tímidos, inseguros, emocionalmente inestables, con ganas de vivirlo todo y experimentarlo todo pero sin saber por dónde empezar, dramáticos hasta el punto de querer suicidarse por cualquier cosa.... así éramos nosotros también, me he sentido increíblemente identificada. Si el objeto de deseo de Agnes fuera un chico en lugar de una chica también daría igual, los sentimientos son los mismos. Pero claro, a todos los conflictos de la adolescencia Agnes suma el del descubrimiento de su lesbianismo, lo cual la hace estar aún más perdida.
Las dos actrices que encarnan a Agnes y Elis, ambas guapísimas, demuestran un gran talento pese a su juventud y muchísima química entre ellas. Las conversaciones que tienen, y en las que se demuestra la diferente personalidad de cada una (Agnes es callada y tímida, Eli más arrojada y deslenguada), son en todo momento muy realistas y hacen que sonriamos al presenciarlas: ninguna de ellas tiene respuestas a nada ni sus charlas son trascendentales ni profundas, están perfectamente adecuadas a su edad y a sus vidas.
Las escenas se desarrollan con un ritmo lento pero de igual modo realista: es la vida de unos chicos en un pequeño pueblo sueco, no sucede nada extraordinario ningún día y su rutina se resuelve entre las clases, el comedor del instituto, sus habitaciones y las salidas nocturnas o al parque... es simplemente la vida, común y corriente, sencilla y simple pero bajo cuyas escenas cotidianas fluye el torrente de la pasión y de los sentimientos.
Sin estridencias, sin grandes escenas dramáticas, con sencillez pero grandiosidad por el acierto con el que se saben contar las emociones y frustraciones adolescentes que todos hemos vivido.
Una película que se queda en el recuerdo.