Cómo me gusta el Thomas Vinterberg de "Otra ronda".
Hay un pequeñísimo detalle, cinematográficamente hablando, que en ocasiones sirve para separar la paja del grano. Si al salir de una proyección, y durante los siguientes días, lo único que te apetece es recomendarle lo que acabas de ver a todo el que se te cruza en el camino, es señal de que ahí hay canelita en rama. Eso es grano. "Otra ronda" es grano. Y el 2020 cinematográfico ha estado peligrosamente lleno de paja. No os engañéis.
Una sociedad idiotizada por vanos convencionalismos, y con una vara de medir cuanto menos dudosa, vuelve a erigirse, como ya sucediera en la monumental "La caza" (2012), como mascarón de proa de los varios temas por los que pueda navegar "Otra ronda". Un drama, sin miedo a penetrar continuamente en la comedia más negra, comandado por un soberbio Mads Mikkelsen cuya escena final nunca podré quitarme de encima. Ojalá vivir en ella en plan bucle continuo. Y no necesito ser Mikkelsen, me bastaría un figurante cualquiera de los que aparecen.
En fin, sin lugar a dudas "Otra ronda" es de lo mejor de la temporada. Y por culpa de Vinterberg a partir de ahora seré incapaz de ver la más mínima escena con alcohol de por medio en una película de la misma manera que antes.