Hay una creciente corriente dentro del cine actual que es la de homenajear la figura del abuelo. "El exotico hotel Marigold" (John Madden, 2011) fue solo la punta del iceberg de las muchas que estaban por llegar. Nuestros abuelos y abuelas han de sentirse útiles en una sociedad que les menosprecia bastante, y que mejor manera que dar ánimos que con el séptimo arte. Ante todo, la cinta que hoy nos ocupa es eso, una oda a la tercera edad.
"Una canción para Marion" es, salvando las distancias, como si a Cameron Crowe le ordenaras hacer una mezcla entre, "Gran Torino" (Clint Eastwood, 2008) y "Amor" (Michael Haneke, 2012), pero para toda la familia. El resultado final, un melodrama sencillito y al pie que no conlleva estrujarse mucho el cerebro. Si eres de lágrima fácil, la película puede incluso llegar a resultar tremendamente efectiva; ahora bien, si eres resistente a este tipo de historias, pues esa efectividad se esfuma. Yo me sitúo en el segundo grupo.
Uno de los grandes fuertes del film es el reparto. El dúo formado por Terence Stamp y Vanessa Redgrave resulta estupendo. Pero el primero sobresale más todavía, construyendo un personaje sombrío y con matices dentro de una historia que se presupone luminosa. Y lo de Gemma Arterton...; ¡bueno!, la verdad es que me tiene enamorado desde hace mucho, así que poco más puedo decir de ella.
En resumidas cuentas, "Una canción para Marion" es una película correcta y hecha por quienes se conocen al dedillo las formas del melodrama. Quizás le eche en falta un poco más de ese humor inglés que tan bien queda en determinados momentos. Habría sido una mejor guinda para el pastel.