Corta y concisa película, que a lo largo de una hora y diez minutos nos cuenta sin preámbulos una sencilla historia: un amor que nace en el seno de una sociedad rígida, y un hecho sobrenatural que lo complicará aún más.

El guión es simple pero muy bien llevado: la narración no pierde el tiempo, se cuenta lo que se debe contar de forma rápida y efectiva, salteando un puñado de escenas musicales bajo una música de Danny Elfman que, sin ser sus mejores composiciones, es muy apropiada.

Las animaciones son buenas, pero lo más destacable es la espectacular ambientación tétrica, tan característica de las buenas películas de Tim Burton. Hay escenas con una belleza gótica realmente impresionantes, como la primera vez que aparece la novia cadáver.

El protagonista Víctor nos recuerda en ocasiones a otra de las creaciones del director, Eduardo Manostijeras, con esa entrañable torpeza y timidez. Por su parte, la novia cadáver tiene una gran expresividad, que en todo momento transmite a la perfección diversos sentimientos.

En resumen, la película es bastante predecible, pero tiene ciertos aspectos que le suman puntos, y que hará disfrutar sobre todo a los seguidores de este director.