Hubo un tiempo en el que Adam Sandler pensaba que hacer reír a la gente consistía en algo más que en hacer la típica comedia familiar bienintencionada con sus colegas y con alguna partenaire maciza que le ría las (presuntas) gracietas. No es que hiciera unas películas que fueran la leche ni nada por el estilo, pero sí que es verdad que tenían sus momentos, sus puntos de mala baba y algún chiste más que digno.
Esta pertenece a esa hornada de películas gamberras, hechas sin pretensiones y sin complejos que lo único que persigue es hacer reír. Y hay momentos en que lo consigue con esta historia de los hijos de Satán que quieren conquistar la Tierra y usurpar el trono de su padre y pare frenarlos hay que echar mano del hijo tonto de Belcebú, que no es otro que este Nicky que viene de muy al Sur y que irá descubriendo las cosas que le gustan de nuestro mundo. A ver, que quede claro, la película es una memez como no ha habido otra en el mundo, pero comparada con las últimas de Sandler es una bendición. Y tampoco voy a engañar a nadie, yo me reí bastante con algunos gags (el doblaje del perro a cargo del genial Florentino Fernández, eso de dormir…).
El reparto, además de Sandler, tiene a Harvey Keitel, Rhys Ifans y la maciza esta vez es Patricia Arquette.