En estos tiempos de crisis de ideas en Hollywood, cualquier película que se a considerada mínimamente un éxito, tiene de forma irremediable una secuela venga o no a cuento.
La primera parte no es que fuera tampoco un film excepcional pero hay que reconocer que se dejaba ver y que tenía momentos divertidos, que se debían sobre todo al reparto, digamos, secundario: Jennifer Aniston, Colin Farrell y el ahora denostado Kevin Spacey tienen una vis cómica que se explota muy bien.
En esta ocasión, hay algún chiste gracioso, algún momento inspirado pero prevalece la sensación de lo ya visto y, además, bastante mejor. El trío protagonista, por su parte, no está demasiado inspirado aunque tiene algún momento, sobre todo por su química, pero a diferencia que en la primera, los secundarios no acompañan: Jennifer Aniston que es de lo mejorcito está desperdiciada y Chris Pine no es demasiada gracioso y Christoph Waltz está desaprovechado.