Un día eres joven, y al siguiente descubres que tus directores favoritos del cine palomitero de la adolescencia siguen aguantando el tipo en televisión o, en peores supuestos, deciden cogerse la maleta y emular a los futbolistas de más de 40 tacos pirándose a trabajar a las ligas (del blockbuster) de Oriente Medio y restantes latitudes asiáticas.
Y al selecto club de viejos artesanos de la taquilla que no son Steven Spielberg pero quieren o necesitan seguir fabricando un cine de entretenimiento mientras se prolongue la moda de fichar a realizadores de películas indies de repercusión moderada "para dirigir" superproducciones (delegando las secuencias de acción, por lo general) se une el hacedor de 'Pesadilla en Elm Street 3', 'Eraser', 'El Rey Escorpión' o 'La Máscara' en un safari bollywoodiense con mensaje ecológico que, igual que la letra, con sangre entra. Y es que, como aseveraba un proverbio hindú:
"La violencia no es el camino pero una hostia a tiempo te pone a caminar en la dirección adecuada para salvar la fauna".
El cantante, actor y artista marcial Vidyut Jamwal es un veterinario metrosexual de Bombay que vuelve al hogar (su padre es director de un santuario de elefantes).
Y para él existe únicamente una cosa peor que los cazadores furtivos: los cazadores furtivos que vienen con ganas de tocarle los cojones.
Avisado quedas. Lo pasarás mejor sentado en el sofá que intentando convencer a Vidyut de solucionar los problemas hablando con la camiseta puesta.
Dependiendo de en qué parte de la película te pille estarás ante la más exótica de las películas de acción de su director (Vidyut cuando está peleando) o con su peor comedia (el resto del metraje, especialmente cuando habla con elefantes reales o de dos patas).
Lo que se me escapa es si la guinda musical del final no es suya o si, por el contrario, se trata también de su primer número musical no protagonizado por Jim Carrey.
¡Todo un hallazgo!