A veces las ideas más locas, arriesgadas y desenfrenadas parten de los supuestos más inverosímiles y estúpidos. Y esto no lo digo como un defecto o un incoveniente. Al menos no tanto como el hecho de que haya necesitado tantos años para descubrir que el carisma de Chris Meloni mueve montañas. Si bien tampoco es culpa mía el no haberme percatado de su existencia mientras permanecía atrapado en decenas de roles secundarios y un único protagonismo relevante, el del longevo serial policiaco-jurídico 'Ley y Orden' y sus spin-off, que triunfan desde 1990 entre parados, jubilados y amas de casa en todo el mundo. Reconozco que ni siquiera recordaba la lisérgica aportación de Meloni a la franquicia fumeta 'Dos Colgaos muy fumaos' como el redneck pervertido y ultrareligioso que gustaba de compartir a su mujer -una primeriza Malin Akerman- con desconocidos a los que recogía en mitad de la carretera.
'Happy' (2018, Brian Taylor) supone una exaltación del género detectivesco y de acción en su vertiente más desprejuiciada y boba, lo bastante como para que aquel Arnold Schwarzenegger -alias Jack Slater- y el gato policía (sic) de 'El último gran héroe' (1993, John McTiernan) queden a la altura del betún en matería de extravagancia ante las desventuras del detective Nick Sax, un ex poli alcohólico y con tendencias suicidas que busca a su hija, secuestrada por una red de tráfico de menores, con la única ayuda del unicornio Happy (Patton Oswalt), un amigo imaginario de la pequeña. ¿Parece un argumento demencial? Por supuesto que sí. ¿Me importa eso? Desde luego que no. Brian Taylor ('Crank', 'Mom and Dad') sigue demostrando que es uno de los directores con mejor pulso para la acción, el humor soez y la violencia gratuita, ya sea en cine o televisión. Además esto es una coproducción entre el canal SyFy y Netflix, y no se le pueden pedir peras al olmo.