Lejos de reinventarlo, como hizo con el cazador alienígena de rastas jamaicanas, un año más tarde, en 'Predator 2', poco jugo le quedaba por extraer a Stephen Hopkins -en su debut estadounidense- al asesino con cara de vela derretida, salvo reincidir todavía más en la atmósfera de videoclip terrorífico aportada por Renny Harlin en el 4° episodio, potenciando el sentido del humor y, sobre todo, incrementando las dosis de espectáculo en dos muertes visiblemente más logradas que el resto: la ocurrencia de transformar a Freddy en una motocicleta infernal con vida propia, u obligar a una de sus víctimas a engullir comida hasta asfixiarla. No faltan tampoco los cameos con los músicos Rudy Sarzo, Eric Singer y Ted Nugent haciéndose pasar por un grupo ficticio de heavy metal, y una gloriosa BSO tardochentera que incluye a Bruce Dickinson, W.A.S.P. o Samantha Fox.
Hopkins profundiza hasta un nivel deliberadamente morboso y macabro -más allá del simple relato oral que se había dado hasta el momento- de los hechos que condujeron a la 'fecundación' de la madre de Krueger, atrapada en un manicomio y violada por 100 dementes, y le queda espacio para sacarse de la manga una psicotrónica trama principal -y que da título a la cinta- sobre la posesión del alma de Jacob Johnson, el hijo no nato de Alice -de nuevo Lisa Wilcox-, interpretado por el pequeño Whit Hertford, aquel chavalín de ojos saltones al que los velociraptores no le daban ningún miedo en 'Jurassic Park' (1993, Steven Spielberg) porque le recordaban a un pavo gigante.
'Pesadilla en Elm Street 5: El niño de los sueños' (1989) logró la peor recaudación en taquilla de toda la saga hasta la fecha, y únicamente 'La nueva pesadilla' (1994, Wes Craven) obtendría datos peores.