La segunda parte de la más famosa saga de Stallone adolece de algunas de las virtudes de la primera entrega y se centra mucho más en la despiadada fagocitación que sufren las llamadas "estrellas de un día". Si en el primer combate asistíamos a un choque cultural e ideológico de primera categoría entre dos mundos antagónicos (Apollo - Rocky), en Rocky II emergen los deseos de venganza de Apollo y la sucesiva aceptación por parte de Balboa de que debe hacer lo que mejor sabe, aunque ello le pueda costar su propia vida. Incluso renunciando a dormirse en los laureles cobrando astronómicas cifras por hacer payasadas en anuncios.

También se hace agradable ver que en Rocky II se indaga en los roles machistas por parte de muchos cabezas de familia, que todavía no aceptan que la mujer trabaje y lleve dinero a casa, o que entienda más que los varones de hipotecas, de finanzas y de administración del dinero. Y más en los tiempos de crisis que corren cuando redacto la crónica. Y, por supuesto, también en los roles feministas de sobreprotección: recordemos la mejor frase de Rocky en la película: "Yo no te he pedido que dejes de ser una mujer. No me pidas que deje de ser un hombre."

Stallone renuncia a indagar más en la vida de los conocidos personajes y muchos quedan diluidos como un azucarillo en la leche, sobre todo Paulie y Gazzo, cuyo protagonismo debería ser más acusado. A cambio, la narrativa es más concisa y va más al grano, lo que otorga a la película el necesario grado de comercialidad deseable...

Una buena segunda parte que, con un poco más de detallitos pulidos, podría haber estado a la altura de la primera. Que no es moco de pavo.