Todavía no he acabado de descifrar el mensaje oculto tras el visionado del film de la directora Barakaldesa Alauda Ruiz de Azúa. No sé si es un canto a la maternidad , el matrimonio y la familia o todo lo contrario. Tampoco sabemos las razones de ese mal rollo constante de la protagonista Amaia (estupenda Laia Costa) con todo el mundo, aunque también la infelicidad de su madre y ese carácter agrio merecería un capítulo aparte.

Vamos a ver, viven en lo mejorcito de Bakio, no les falta de nada, tienen unos maridos entrañables y una niña recién nacida que es un amor, aunque como llora la jodida. Sobreviven con la ayuda de sus padres y precarios contratos de trabajo como diseñador de iluminación él y ella como traductora de guías de viaje. Vale sí, ha tenido una niña con 36 años, no sé, igual ese es su drama, aunque tampoco justificaría esa especie de vacío existencial que acompaña continuamente a la protagonista. Luego resulta que cuando se desata la tragedia de verdad, ella mantiene la calma y se muestra de lo más resolutiva.

En fin, que no me quiero imaginar si hubiesen venido trillizas y los abuelos viven en un micro-piso de una barriada marginal. Vale, está bien narrada y mas siendo una ópera prima, pero igual es que uno ya no está para más dramas millenials en su vida y prefiera ver solo comedias entretenidas.