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Spain Spain · Córdoba
Ziryab rating:
6
Western Morton (Gabriele Ferzetti), the power-hungry owner of a railroad company, hires Frank (Henry Fonda), a gunfighter without a conscience, to kill anyone who stands in the way of the completion of the railroad. After Frank murders land owner Brett McBain (Frank Wolff), McBain's widow (Claudia Cardinale) hires two killers of her own to protect her and gain revenge: a mysterious, harmonica-playing desperado (Charles Bronson) and his rogue sidekick (Jason Robards). [+]
Language of the review:
  • es
June 19, 2009
23 of 36 users found this review helpful
Hay una honda poética de la desconfianza, del temor y de la duda en esos silencios eternos cuajados de miradas clavadas y de labios resecos... Sergio Leone, no me cabe la menor duda, entendió el cine como una obra de arte pura en el más estricto sentido de la palabra, y la obra de arte no se caracteriza por estar dominada por un denso guión, sino por la fuerza arrolladora de la intuición inasible. Alguien ha escrito por aquí que “la máxima pureza en el cine se obtiene mediante la abstracción: la forma no es vehículo de contenido sino que es contenido en sí misma”, y estoy de acuerdo con ello.
“Hasta que llegó su hora” está en la línea del mejor arte de Sergio Leone, pero, en mi modesta opinión, no es su mejor western. Las grafías de autor que hacen inconfundible una obra de Leone están presentes una por una en esta película, pero al maestro se le va ligeramente la mano esta vez en su pormenorizada escrutación de la punta del iceberg..., hasta el punto de que no sé si estamos ante un iceberg o simplemente ante un sencillo y hermoso trozo de hielo flotante...
Hay cosas que elevan esta obra de Leone al parnaso del Séptimo Arte, entre las que descuella especialmente la música sobrecogedora de Morricone, tanto que sin ella no hubiera cantado el mismo gallo a esta película. Otro acierto incontestable es la presencia magnética de Claudia Cardinale, cuyo personaje es quizá el mejor personaje femenino que jamás haya poblado un western. Jason Robards borda su papel; a Henry Fonda le basta con poner sus ojos al servicio de la cámara escudriñadora de Leone para dar la talla de un personaje por lo demás tan plano como poco expresivo. Y Charles Bronson es, en mi opinión, lo más endeble del casting, con esa sonrisa perenne y ese nulo movimiento facial. Tampoco es que Clint Eastwood se prodigara en muecas en las anteriores películas de Leone, pero hay una distancia muy larga entre el gesto alelado de Bronson y el áspero y ceñudo Eastwood de “El bueno, el feo y el malo”.
En definitiva, una película de obligado visionado para todo cinéfilo que se precie, probablemente imprescindible, pero eso no quiere decir que sea ni mucho menos redonda. Puede ser que quizá también en su imperfección tenga parte de ese encanto capaz de encandilar a tantos... Bien pensado, es algo que ocurre a menudo con las obras de arte.
Ziryab
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