Quizá pueda parecer una western como “Shalako” para algunos un disparate pero no cabe duda que más allá de sus valores cinematográficos reúne suficientes requisitos e interés como para hacer de su visionado un momento agradable y muy entretenido.

No escondo en ningún caso que el guión es muy plano y sobre todo los diálogos son demasiado convencionales, aunque en realidad el texto original de Louis L’Amour tampoco es que ofreciera excesivo interés.


Sin embargo el hecho de pertenecer esta película a ese “western duro” que nace por herencia del spaghetti-western le hace tener un encanto especial. Desde unas localizaciones en Almería muy bien recogidas –fotografía de Ted Moore el de las películas de Bond que Connery recomendó a la productora- de las películas Bond a un argumento típicamente posmoderno -nobles centroeuropeos de safari en el Salvaje Oeste- y aire kitsch –no hay más que ver ese comienzo con esos gritos de los vaqueros en primer plano mientras rodean al puma- que hace que tenga un lugar en el recuerdo.

También se nota la mano de un director modélico perfecto conocedor del género como Edward Dmytryk, que sin ser nunca genial tampoco cometía errores de bulto como otros endiosados colegas de profesión.

Pero sobre todo el complejo y nutrido grupo de actores que están a buen nivel, con secundarios de la calidad de Stephen Boyd, Jack Hawkins o el mítico Woody Strode que esta vez hace de apache. Y claro está un Sean Connery que aún haciendo un personaje que no le pega del todo, sí que consigue cumplir con creces.

Y lo mejor sin duda el elenco de bellezas de la película, como Honor Blackman, que había sido chica Bond en “Goldfinger” y que aquí sale muy guapa y sobre todo una maravillosa y superatractiva Brigitte Bardot, que a pesar de llevar un maquillaje y vestuario poco adecuado para el siglo XIX, es probablemente de los dos o tres películas, incluidas todas las francesas, donde sale más terriblemente hermosa.

Simplemente por ella –a no ser que se sea eunuco- ya merece la pena un visionado.

Nota: 6,2