Cuando entenderemos que el cine fue, es, y será un arte. Sí y como arte puede variar de las maneras más variopintas. No todo en el cine son efectos especiales, diálogos absurdos, presupuestos desorbitados o sagas y remakes irrisorios. Hay que asimilar que el arte del celuloide puede sorprenderte de diferentes maneras y no todas son el estereotipo que las grandes compañías nos venden.

Drive no intenta convencerte con grandes diálogos o efectos especiales que hacen que te agarres a la butaca. Lo que hace es transmitir sentimientos (si si como una pintura o una canción, un arte) con silencios que lo dicen todo, con miradas que parecen conectar al emisor y al receptor y tú tienes que entender el mensaje. La fotografía y la escena en la película son espectaculares, los planos ayudan a captar la esencia del ambiente, ayudado de un apartado sonoro digno de mención. Lo mejor de todo es cuando ves películas con grandes explosiones, tiroteos, matanzas, tías con escotes espectaculares... Si, el cine de acción que ahora nos venden. Y si no están esos elementos, ya no es acción es un aburrimiento en toda regla. Drive no tiene ninguno de esos elementos, te lo advierto, pero te va a atrapar a base de unas actuaciones con personajes de características muy bien definidas.

Gracias a que hay películas con algo más que simples ganas de hacer dinero puedo vivir feliz. Feliz de que el arte sea libre y pueda ver, ser o conocer, personajes, vidas, obras o culturas que podré denostar o amar. No hagamos que el cine de autor muera, la independencia de cada uno es lo que hace que la vida nos sorprenda.