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8
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January 9, 2013
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[ Parte del artículo "El cine y sus diez mandamientos", visible en: http://cinemaspotting.net/2013/01/09/top-10-de-2012/]
Parece que por fin volvemos a situar a Zhang Yimou en el lugar que le corresponde. Tras su momentáneo desplazamiento de las salas para orquestar el apartado visual de los juegos olímpicos de su país natal, nadie parecía acordarse del talentoso director que en otros tiempos nos trajera joyas tan reivindicables como multitemáticas. En mi opinión ya había demostrado seguir siendo el talentoso director de siempre con su brillante adaptación Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos. Pero es cierto que con Amor bajo el espino blanco ha conseguido una cinta más reflexiva y de mayor profundidad bastante meritoria.
Ya hacia demasiado tiempo que al adjetivo “romántico” lo acompañaba un tono peyorativo por ser asociado a la sensiblería y superficialidad. Lo triste es que tal prejuicio está justificado, puesto que ha pasado largo tiempo sin que el cine nos presentara una buena historia de amor que no produjera vergüenza ajena (la última que me viene a la cabeza es El fin del romance, de Neil Jordan, sin contar excepciones independientes como Jane Aire). Por ello es un placer descubrir tan hermosa pieza como el penúltimo trabajo del director de Heroe.
No nos queda más remedio que quitarnos el sombrero ante una fantástica película romántica que alterna a la perfección la narrativa oriental con la hollywodiense y de la que resulta una bella historia de amor al estilo más clásico sin tener por ello nada que reprocharle. Vuelve el romanticismo mediante el regreso de un gran director.
Parece que por fin volvemos a situar a Zhang Yimou en el lugar que le corresponde. Tras su momentáneo desplazamiento de las salas para orquestar el apartado visual de los juegos olímpicos de su país natal, nadie parecía acordarse del talentoso director que en otros tiempos nos trajera joyas tan reivindicables como multitemáticas. En mi opinión ya había demostrado seguir siendo el talentoso director de siempre con su brillante adaptación Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos. Pero es cierto que con Amor bajo el espino blanco ha conseguido una cinta más reflexiva y de mayor profundidad bastante meritoria.
Ya hacia demasiado tiempo que al adjetivo “romántico” lo acompañaba un tono peyorativo por ser asociado a la sensiblería y superficialidad. Lo triste es que tal prejuicio está justificado, puesto que ha pasado largo tiempo sin que el cine nos presentara una buena historia de amor que no produjera vergüenza ajena (la última que me viene a la cabeza es El fin del romance, de Neil Jordan, sin contar excepciones independientes como Jane Aire). Por ello es un placer descubrir tan hermosa pieza como el penúltimo trabajo del director de Heroe.
No nos queda más remedio que quitarnos el sombrero ante una fantástica película romántica que alterna a la perfección la narrativa oriental con la hollywodiense y de la que resulta una bella historia de amor al estilo más clásico sin tener por ello nada que reprocharle. Vuelve el romanticismo mediante el regreso de un gran director.