Una película hecha para Robert Redford, diseñada a su imagen y semejanza, en la que se refleja la vida de una atracador de guante blanco excepcional en muchos sentidos, como sin duda ha sido su larga trayectoria como actor y director. Un ladrón que se mantiene activo hasta después de la jubilación, como el propio Redford en su doble faceta de actor y director, Un atracador que representa a todo un caballero, elegante, amable, simpático, carismático, incluso feliz, como la imagen que lleva proyectando tantísimos años este auténtico icono cinematográfico. Un personaje incluso rebelde, que entiende y vive a su manera, aspectos éstos que también han estado presentes en el periplo vital del actor que se despide de nosotros con esta cinta, como cuando repentinamente abandonó la interpretación mientras se encontraba en el punto más álgido de su carrera.

La película es un sentido y cálido homenaje, con un ameno y vital discurso de despedida. Y con regalo incluido, que no hay mejor manera de describir la presencia de una encantadora, incluso resplandeciente, Sissy Spacek, que se muestra en pantalla más relajada y segura que nunca, compartiendo con Redford las mejores secuencias y los mejores diálogos de la cinta.

Se podría resumir afirmando que constituye un alegre y sereno canto de amor al cine y a su protagonista, que quizá no está a su altura, pero que sí es agradable, amena, incluso grata. Y tan bienintencionada, que cualquier reproche por justo que sea parece un muestra de ingratitud antes que una merecida crítica.