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November 24, 2021
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Es esta la típica película del siglo XXI cuyos objetivos son epatar al espectador gratuitamente (que no gratis: hay que pasar por taquilla) y aparentar trascendencia para disimular lo inane e incluso, en este caso particular, cutre de la propuesta.
Ya hace sonar la voz de alarma el prólogo, con esos personajes ceñudos, malcarados y enfurruñados que tan característicos son de los realizadores pretenciosos de hoy en día…; pretenciosidad elevada a la enésima potencia cuando se trata de realizadores gabachos, como es el caso. Pero lo que sigue va de mal en peor: una barbaridad tras otra cuyo único objetivo es mantener al espectador en estado de shock para disimular lo limitado de los recursos cinematográficos de la realizadora; una cobertura de osadía (oh-là-là!) para encubrir lo absolutamente hueca y agusanada que está esta carcasa de celuloide; un semblante de trabajo bien hecho y de notable diseño de producción para ocultar lo contrahecha que está la mente de sus responsables… Y, encima, la banda sonora de esta indigestión de “Crash” (de Cronenberg) emula a Bach, tal vez deseando ungir a esta majadería de una imposible trascendencia, pero, en realidad, embadurnándola de una nueva capa de ridículo de pretenciosidad.
El tiempo de las pajas mentales, a estas alturas ya hasta entrañables, ha caducado. Esta deleznable “Titane” ha hecho sonar la hora de las diarreas mentales.
Ya hace sonar la voz de alarma el prólogo, con esos personajes ceñudos, malcarados y enfurruñados que tan característicos son de los realizadores pretenciosos de hoy en día…; pretenciosidad elevada a la enésima potencia cuando se trata de realizadores gabachos, como es el caso. Pero lo que sigue va de mal en peor: una barbaridad tras otra cuyo único objetivo es mantener al espectador en estado de shock para disimular lo limitado de los recursos cinematográficos de la realizadora; una cobertura de osadía (oh-là-là!) para encubrir lo absolutamente hueca y agusanada que está esta carcasa de celuloide; un semblante de trabajo bien hecho y de notable diseño de producción para ocultar lo contrahecha que está la mente de sus responsables… Y, encima, la banda sonora de esta indigestión de “Crash” (de Cronenberg) emula a Bach, tal vez deseando ungir a esta majadería de una imposible trascendencia, pero, en realidad, embadurnándola de una nueva capa de ridículo de pretenciosidad.
El tiempo de las pajas mentales, a estas alturas ya hasta entrañables, ha caducado. Esta deleznable “Titane” ha hecho sonar la hora de las diarreas mentales.