Esta habría sido una genial comedia negrísima, en la que un adolescente de por lo menos 30 años y con ansiedad social (que solo parece tenerla cuando le conviene a la trama), se reconvierte en un sociópata al más puro estilo Joker cuando empieza a usar el suicidio de un compañero de clase para torturar a los padres en luto de este y acercarse a su hermana de la que está enamorado, si no hubiesen metido canciones moñas cada dos por tres y tratado de justificar el comportamiento de semejante cacho de mierda con la excusa de que padece una enfermedad mental; metiéndole con esas insufribles canciones un dramatismo que descoloca por completo.
Queriendo buscar de ese modo que el espectador empatice con él y se le perdone el haber usado la muerte traumática de un compañero en beneficio propio.
Joder, no había visto semejante diferencia entre lo que se quería contar y lo que finalmente se cuenta en una película nunca.