La película empieza con el planteo de una trama sencilla, divertida e interesante. Un anciano que trabajará en secreto dentro de un hogar para informar sobre posibles irregularidades y maltratos a los asilados. Y no hay mucho más en lo referente a trazo narrativo.

Introducir al espectador a la visualización de una problemática social real mediante una trama ligera es una buena idea, pero el producto resulta un tanto anodino a medida que la película avanza y no encuentra mucho juego de historias diversas ni matices que ayuden a desarrollarla.

A fin de cuentas es drama, comedia y documental, pero con las limitaciones de la injerencia del punto de vista de la realización.

Intercala pasajes de exposición del drama auténtico con algunas escenas que son solamente directrices de la trama, sin llegar a un equilibrio.

La parte puramente documental se hace repetitiva y aburrida, debilitando así la bienintencionada labor de llamar la atención sobre la problemática que se muestra.

Hay originalidad, pero es probable que se trate de una obra realizada por encargo, dada la gran cantidad de países que la coproducen. Entonces, se sospecha de cierto tipo de paternalismo de la cooperación internacional, como si tratara de enseñar ciertas miradas y ciertos comportamientos a un país lejano a su realidad.

En lo positivo, haciendo un tamizaje para encontrar lo esencial, se puede afirmar que es tan simpática y emotiva, como dolorosa y dramática.