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albatemira rating:
9
Drama Nina (Natalie Portman) is a ballerina in a New York City ballet company whose life, like all those in her profession, is completely consumed with dance. She lives with her obsessive former ballerina mother Erica (Barbara Hershey) who exerts a suffocating control over her. When artistic director Thomas Leroy (Vincent Cassel) decides to replace prima ballerina Beth MacIntyre (Winona Ryder) for the opening production of their new season, ... [+]
Language of the review:
  • es
January 31, 2011
4 of 7 users found this review helpful
Un filme de Darren Aronofsky ya es de por sí noticia, sobre todo después de su anterior película, El luchador (The wrestler, 2008), con Mickey Rourke en el papel de su vida. En este caso, la estrella es Natalie Portman y los combates sobre el ring se trasforman en pasos de baile. La protagonista va de la luz a la oscuridad, es decir todo lo que ya contó en su anterior filme, aquí es invertido.

Nina (Portam) es una bailarina de ballet que consigue el papel protagonista en la obra El lago de los cisnes. Ella es una chica modelo; responsable, trabajadora, perfeccionista, con mucho talento, vive por y para su profesión. En definitiva, es un perfecto cisne blanco, y ese es su problema. Alguien tan perfecto, no puede ser (¿o sí?) tan oscuro como el cisne negro.

La búsqueda se transforma en obsesión, cuando se ve incapaz de sacar el cisne negro que todos llevamos dentro, así nunca será una perfecta reina de los cisnes. Ese pensamiento le consume, le aterra. Arrastrándola ante tal abismo que su mente crea su alter ego, un cisne negro perfecto (Mila Kunis), alguien que le gustaría ser pero no se atreve, sexy, provocativa, libre, segura de sí misma. Y ahí comienza todo, la pérdida de su propia identidad, la noción de qué es o no real.

Es interesante y en cierta medida aterrador, el viaje interior que propone Aronofsky, hasta el lado más íntimo, enterrado y prohibido de una persona. Cómo una obsesión puede cegarla hasta el punto de no ver en lo que se está convirtiendo, lo que está haciendo, y haciéndose, para conseguir llegar hasta la perfección.

Por si lo que estuviera contando no fuera lo suficientemente intenso, Aronofsky nos obliga a realizar un esfuerzo más, leer el significado de sus imágenes. El manejo visual que tiene a la hora de contar historias es incuestionable, y de ello se nutre para mostrarnos esta transformación. Por ejemplo, que Natalie Portman se saque una pluma negra de la espalda no es más que mostrar que ese cambio se está consumando.

Y por supuesto, una de las principales razones es ver la interpretación de Natalie Portman, por fin, en un papel como protagonista absoluta. Devora cada segundo que está en pantalla. No hay ni un pero en su total entrega, es capaz de construir un personaje muy complejo en alguien creíble y humano.
albatemira
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