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November 2, 2008
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“Goodbye, America” sigue su recorrido en nuestra mente recién acaba, por la magia y el encanto de sus componentes, por la plenitud de los conceptos de la vida y la muerte que vemos en el film.
Le agradecemos a los realizadores de la película la rigurosa presentación de un mito de la comedia negra sesentera, Al Lewis (el abuelo de “Los Monster”). Resulta gozoso descubrir a un ser humano, otrora desconocido, ya que sólo conocíamos al actor más a la leyenda televisiva asociada. Al actor lo contemplamos desde la profundidad limitada, aunque con densidad perceptible.
Al Lewis, el hombre nonagenario, resulta fascinante desde el primer pelo de la cabeza hasta el último de los pies, por su inacabable experiencia vital. Sólo él abarca desde las guerras mundiales hasta el petardazo en el “World Trade Center”, pasando por la gran depresión, la segregación racial, la caza de brujas, la guerra de Vietnam, etc. Su visión del mundo a través de sus prácticas es el hilo conductor del documental, que alterna documentos de archivo de varias décadas con una entrevista y, finalmente, imágenes muy dolorosas del actor apagándose en el lecho de muerte, sin la vitalidad y el positivismo que le caracterizaron a lo largo de su trayectoria.
Lo único negativo que puedo encontrar en esta ópera prima de Sergio Oksman es su escasa duración, ya que acaban sabiendo a poco los setenta minutitos, pero supongo que esta decisión estuvo supeditada a una estrategia de marketing para vender mejor el producto. Calculo que por cada diez minutos de más le hubiese dado un punto extra. (Ya sabéis amigos directores, una hora y tres cuartos puede separar el notable de la perfección, sólo hace falta confianza en la obra que se rueda.)
Por otra parte, “Adiós, América” se revela como una crítica a la administración americana vehiculada a través del también analista Al Lewis, que nos martillea con su voz chillona y su vehemencia ante todo lo que odia, que es mucho, arrancando la pasión de nuestro pecho y volviéndonos, más si cabe, activistas de sus causas.
Este hombre nos deleita con sollozos de respeto por cada una de las diatribas que suelta sin inmutarse, sólo puedo decir que con dos cojones, Al. Si dices que Kissinger es el mayor asesino de la historia, siento empatía hacia ti, pero cuando se lo dices a la cara, me convierto en tu siervo, cuando su secretario te mira amenazante después, me convierto en tu esclavo, cuando le preguntas al secretario si busca a su padre (ya que te mira), me convierto en tu puta, cuando le aseguras no ser su padre pero le señalas, que si lo fueras, lo primero que harías serías matar a su madre, yo, amigo Al, me tiro del primer acantilado que vea para unirme contigo allí arriba, encima de las nubes, en el avión donde te encontraste a Kissinger, a su secretario y una de las anécdotas más cojonudas que he escuchado jamás.
Le agradecemos a los realizadores de la película la rigurosa presentación de un mito de la comedia negra sesentera, Al Lewis (el abuelo de “Los Monster”). Resulta gozoso descubrir a un ser humano, otrora desconocido, ya que sólo conocíamos al actor más a la leyenda televisiva asociada. Al actor lo contemplamos desde la profundidad limitada, aunque con densidad perceptible.
Al Lewis, el hombre nonagenario, resulta fascinante desde el primer pelo de la cabeza hasta el último de los pies, por su inacabable experiencia vital. Sólo él abarca desde las guerras mundiales hasta el petardazo en el “World Trade Center”, pasando por la gran depresión, la segregación racial, la caza de brujas, la guerra de Vietnam, etc. Su visión del mundo a través de sus prácticas es el hilo conductor del documental, que alterna documentos de archivo de varias décadas con una entrevista y, finalmente, imágenes muy dolorosas del actor apagándose en el lecho de muerte, sin la vitalidad y el positivismo que le caracterizaron a lo largo de su trayectoria.
Lo único negativo que puedo encontrar en esta ópera prima de Sergio Oksman es su escasa duración, ya que acaban sabiendo a poco los setenta minutitos, pero supongo que esta decisión estuvo supeditada a una estrategia de marketing para vender mejor el producto. Calculo que por cada diez minutos de más le hubiese dado un punto extra. (Ya sabéis amigos directores, una hora y tres cuartos puede separar el notable de la perfección, sólo hace falta confianza en la obra que se rueda.)
Por otra parte, “Adiós, América” se revela como una crítica a la administración americana vehiculada a través del también analista Al Lewis, que nos martillea con su voz chillona y su vehemencia ante todo lo que odia, que es mucho, arrancando la pasión de nuestro pecho y volviéndonos, más si cabe, activistas de sus causas.
Este hombre nos deleita con sollozos de respeto por cada una de las diatribas que suelta sin inmutarse, sólo puedo decir que con dos cojones, Al. Si dices que Kissinger es el mayor asesino de la historia, siento empatía hacia ti, pero cuando se lo dices a la cara, me convierto en tu siervo, cuando su secretario te mira amenazante después, me convierto en tu esclavo, cuando le preguntas al secretario si busca a su padre (ya que te mira), me convierto en tu puta, cuando le aseguras no ser su padre pero le señalas, que si lo fueras, lo primero que harías serías matar a su madre, yo, amigo Al, me tiro del primer acantilado que vea para unirme contigo allí arriba, encima de las nubes, en el avión donde te encontraste a Kissinger, a su secretario y una de las anécdotas más cojonudas que he escuchado jamás.
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********ANUNCIO********
Pido a los DIOSES de Filmaffinity que me den fuerzas para lograr la encomienda por la que he sido engendrado hace 24 años: mantener la constancia con algo en mi puta vida filmaffinitera. Si los DIOSES así lo disponen, tengo que escribir una crítica por cada documental que vea o haya visto, ¿por qué? Ni lo sé yo, sólo es mi cometido. Esta es la crítica 29 de 138.
“Yo tenia fe cuando comencé
ahora estoy triste y cansado,
mi camino de tres años
me parece que son treinta
¿Y qué más puede un hombre hacer?.
Si he de morir,
que se cumpla todo lo que tú quieres de mí,
deja que me odien, que me claven en su cruz.
¡Yo quiero ver, yo quiero ver, mi Dios!
¡Quiero saber, quiero saber, Señor!
si he de morir...”
*******FIN DEL ANUNCIO********
Pido a los DIOSES de Filmaffinity que me den fuerzas para lograr la encomienda por la que he sido engendrado hace 24 años: mantener la constancia con algo en mi puta vida filmaffinitera. Si los DIOSES así lo disponen, tengo que escribir una crítica por cada documental que vea o haya visto, ¿por qué? Ni lo sé yo, sólo es mi cometido. Esta es la crítica 29 de 138.
“Yo tenia fe cuando comencé
ahora estoy triste y cansado,
mi camino de tres años
me parece que son treinta
¿Y qué más puede un hombre hacer?.
Si he de morir,
que se cumpla todo lo que tú quieres de mí,
deja que me odien, que me claven en su cruz.
¡Yo quiero ver, yo quiero ver, mi Dios!
¡Quiero saber, quiero saber, Señor!
si he de morir...”
*******FIN DEL ANUNCIO********