Basada en un libro que no he leído —todo sea dicho—, esta película es el reflejo ideal de la sociedad machista de la época. Machismo que se masca en cada escena y que nos enseña que no hace daño únicamente a las mujeres.

La masculinidad tóxica se palpa en todos y cada uno de los personajes —casi todos magníficamente interpretados pese a que nuestro amigo Pitt dice no estar orgulloso del trabajo que hizo— en ocasiones de una forma sutil, otras, de la manera más despiadada.

“No llores”, “tienes que ser un tipo duro”, “hazte fuerte” y demás palabrería, historias intimidatorias y represión forman parte de la educación de niños felices e inconscientes —como tienen que ser los niños— que acabarán siendo hombres despiadados, apesadumbrados, sin aspiraciones y sin futuro.

Dicen que el patriarcado es una forma de organización social en el que el hombre ostenta la autoridad y ejerce su posición dominante sobre la mujer. Pues bien, en esta película no solo vemos —levemente, porque la representación femenina es bastante pobre— esta posición de poder frente a la mujer, también sobre los niños que además de sufrir y vivir situaciones en las que el abuso de poder es el invitado estrella, están en la obligación de callar y seguir mostrándose fuertes.

Por otro lado, me sobran minutos de metraje y posiblemente esos minutos que me sobran coincidan con los flashbacks, bastante mediocres en cuanto a ambientación, interpretación, realización y….bueno, en cuanto a todo en general.

La voz en off, la historia narrada, la omnipresencia susurrándote al oído es algo que odias o amas. Si es algo que odias, no es tu película.