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Talía666 rating:
5
2017
Robia Rashid (Creator), Michael Patrick Jann ...
7.0
6,152
Language of the review:
- es
September 1, 2021
2 of 4 users found this review helpful
Otra de familias atípicas. Últimamente me ha dado por lo atípico. He estado viendo al unísono la historia de la familia polígama de "Big love" y esta otra serie sobre una "familia autista", y la verdad es que creo que me estoy volviendo un poco rarita yo también. Más, si cabe.
Lo cierto es que en la familia de un autista casi todo gira en torno a él. La familia entera se adapta a ese síndrome que implica un montón de extrañezas, y así poco a poco todos se van volviendo igualmente atípicos. Hay que especificar que en este caso no se trata de un autismo "normal", sino de alto rendimiento, que es bastante diferente. El protagonista es una persona con altas capacidades que, con mucha voluntad por su parte y la inestimable ayuda de sus allegados, puede llegar a llevar una vida "casi" normal. Esto no puede decirse de todos los autismos, por desgracia.
Para relacionarte con un autista y empatizar con él te tienes que meter en su mundo. Tienes que entender sus terrores: los ruidos, el caos, todo lo que no esté perfectamente reglado por normas estrictas, las estridencias de todo tipo, sus aficiones obsesivas, y sobre todo, la tremenda lucha diaria de enfrentarse a un mundo que no está pensado para personas como ellos. Cada detalle, cada elemento fuera de lugar, cada distorsión de su realidad cotidiana puede convertirse en un drama.
Y sin embargo en esta serie te ríes bastante. Porque su creadora, Robia Rashid, ha conseguido que Sam sea un personaje que, a pesar de su frialdad autista, inspire en el espectador una ternura irresistible.
La pasión de Sam son los pingüinos, y sólo a través de ellos él es capaz de entender un poco el mundo. Y luego está su amigo Rashid, un personaje fundamental que además de poner el punto de humor en cada capítulo, es realmente el único que ha captado la esencia de Sam. Luego está su hermana, más pequeña que él pero que ejerce perfectamente de cuidadora y al mismo tiempo de mosca cojonera. Y Elsa, la madre que ha dedicado su vida al autismo de su hijo y que teme perderlo más que a nada en el mundo. Incapaz de verlo crecer y despegarse de su vínculo inquebrantable. Hay que decir también que es un personaje un tanto cargante. Cuesta digerirla. El padre... bueno, ni fu ni fa. Es un personaje un tanto insípido.
Otro punto de interés son las relaciones de Sam con las chicas. Su novia Paige, su psicóloga Julia, sus compañeras de clase, todas tocadas por la varita mágica de alguna rareza. En fin, todo un mundo de frikismo generalizado puesto a disposición de Sam. En este sentido lo que menos me ha gustado de la serie es el exceso de flowerpowerismo. Es un universo sin maldad, todo paz y amor, donde todo el mundo entiende todo (bueno, todo menos algo tan normal, mondo y lirondo como una infidelidad, que es por lo visto lo más de lo más de lo más en materia de cosas imperdonables, en fin...). Me hubiera gustado algo más de realismo en lo que es la vida diaria de un autista, que me temo que se parece muy poco a lo que se ve en la serie. Teniendo en cuenta, naturalmente, que no está planteada como una comedia.
Por último, un breve repaso al elenco. De entre todas, destacaría las excelentes interpretaciones de Keir Gilchrist en el papel de Sam, y de Brigette Lundy-Paine como su hermana Casey. A ver, interpretar a un discapacitado puede ser para un actor un caramelito, porque hay un montón de tics físicos a los que recurrir. De hecho suelen ser papeles muy agradecidos, pero tengo que reconocer que Gilchrist lo hace de sobresaliente.
En cuanto a Lundy-Paine, consigue expresar estupendamente el conflicto adolescente de identidad sexual que su personaje va desarrollando. Luego he sabido que en su vida real la actriz se define como "no binaria", una de esas nuevas modalidades de género (o mejor dicho, de no género) que nos resultan tan complicadas. La crisis de identidad de Casey da lugar a una trama argumental paralela tan interesante como la del autismo.
En definitiva, una serie grata de ver, sin grandes pretensiones, pero que para mi gusto peca en exceso de ese defecto tan común en la ficción actual de presentar la realidad edulcorada, envuelta en papel de caramelo para que no nos cueste demasiado digerirla. Y sigo flipando con el puritanismo americano, según el cual, aún hoy en día, lo peor que puede pasar en una familia es una puta infidelidad. Por favor! Me explota la cabeza.
Lo cierto es que en la familia de un autista casi todo gira en torno a él. La familia entera se adapta a ese síndrome que implica un montón de extrañezas, y así poco a poco todos se van volviendo igualmente atípicos. Hay que especificar que en este caso no se trata de un autismo "normal", sino de alto rendimiento, que es bastante diferente. El protagonista es una persona con altas capacidades que, con mucha voluntad por su parte y la inestimable ayuda de sus allegados, puede llegar a llevar una vida "casi" normal. Esto no puede decirse de todos los autismos, por desgracia.
Para relacionarte con un autista y empatizar con él te tienes que meter en su mundo. Tienes que entender sus terrores: los ruidos, el caos, todo lo que no esté perfectamente reglado por normas estrictas, las estridencias de todo tipo, sus aficiones obsesivas, y sobre todo, la tremenda lucha diaria de enfrentarse a un mundo que no está pensado para personas como ellos. Cada detalle, cada elemento fuera de lugar, cada distorsión de su realidad cotidiana puede convertirse en un drama.
Y sin embargo en esta serie te ríes bastante. Porque su creadora, Robia Rashid, ha conseguido que Sam sea un personaje que, a pesar de su frialdad autista, inspire en el espectador una ternura irresistible.
La pasión de Sam son los pingüinos, y sólo a través de ellos él es capaz de entender un poco el mundo. Y luego está su amigo Rashid, un personaje fundamental que además de poner el punto de humor en cada capítulo, es realmente el único que ha captado la esencia de Sam. Luego está su hermana, más pequeña que él pero que ejerce perfectamente de cuidadora y al mismo tiempo de mosca cojonera. Y Elsa, la madre que ha dedicado su vida al autismo de su hijo y que teme perderlo más que a nada en el mundo. Incapaz de verlo crecer y despegarse de su vínculo inquebrantable. Hay que decir también que es un personaje un tanto cargante. Cuesta digerirla. El padre... bueno, ni fu ni fa. Es un personaje un tanto insípido.
Otro punto de interés son las relaciones de Sam con las chicas. Su novia Paige, su psicóloga Julia, sus compañeras de clase, todas tocadas por la varita mágica de alguna rareza. En fin, todo un mundo de frikismo generalizado puesto a disposición de Sam. En este sentido lo que menos me ha gustado de la serie es el exceso de flowerpowerismo. Es un universo sin maldad, todo paz y amor, donde todo el mundo entiende todo (bueno, todo menos algo tan normal, mondo y lirondo como una infidelidad, que es por lo visto lo más de lo más de lo más en materia de cosas imperdonables, en fin...). Me hubiera gustado algo más de realismo en lo que es la vida diaria de un autista, que me temo que se parece muy poco a lo que se ve en la serie. Teniendo en cuenta, naturalmente, que no está planteada como una comedia.
Por último, un breve repaso al elenco. De entre todas, destacaría las excelentes interpretaciones de Keir Gilchrist en el papel de Sam, y de Brigette Lundy-Paine como su hermana Casey. A ver, interpretar a un discapacitado puede ser para un actor un caramelito, porque hay un montón de tics físicos a los que recurrir. De hecho suelen ser papeles muy agradecidos, pero tengo que reconocer que Gilchrist lo hace de sobresaliente.
En cuanto a Lundy-Paine, consigue expresar estupendamente el conflicto adolescente de identidad sexual que su personaje va desarrollando. Luego he sabido que en su vida real la actriz se define como "no binaria", una de esas nuevas modalidades de género (o mejor dicho, de no género) que nos resultan tan complicadas. La crisis de identidad de Casey da lugar a una trama argumental paralela tan interesante como la del autismo.
En definitiva, una serie grata de ver, sin grandes pretensiones, pero que para mi gusto peca en exceso de ese defecto tan común en la ficción actual de presentar la realidad edulcorada, envuelta en papel de caramelo para que no nos cueste demasiado digerirla. Y sigo flipando con el puritanismo americano, según el cual, aún hoy en día, lo peor que puede pasar en una familia es una puta infidelidad. Por favor! Me explota la cabeza.