Hay películas que se hacen con ganas de inculcar un mensaje, otras para entretener, otras porque quieren contar una historia y otras única y exclusivamente con la intención de acaparar premios.

El curioso caso de benjamín Button pertenece a este grupo. Se trata de una película con una premisa interesante (un hombre que rejuvenece físicamente al envejecer en el carné), basada en un libro muy popular (al menos en Estados Unidos) y con un presupuesto holgado.

Con todo esto entre manos se decide escoger un plantel de sonoro caché. Un director con ganas de reconocimiento académico tras obras maestras brillantes y un protagonista con el mismo problema: Todos quieren su Oscar. Para secundarle contratan a dos actrices que ya tienen una estatuilla cada una (Cate Blanchett y Tilda Swinton) y una cara nueva con cierto prestigio crítico (Taraji P.Henson).

Para rematar la faena se culmina contratando a los mejores de cada casa para que hagan un vestuario, una fotografía y un empaque con el propósito dorado.

Y eso es lo que tenemos: un film para los Oscars como en su día lo fue Una mente maravillosa. A Fincher le coartan su peculiar y brillante estilo, se infla el metraje hasta dar con el estilo Oscar y todo tiene un toque almibarado y académico que a mi francamente me aburre.

Todo es tan perfecto que nadie se lo cree. La odisea del protagonista recuerda a la de Forrest Gump tanto, tanto, tanto que encima pierde en la comparación. La simbología con el reloj se pierde en el absurdo y el contexto general es increíblemente frío. Fincher no emociona, no traspasa la pantalla y a mi me cuesta creer que este hombre nos regaló hace muy poco cosas como Zodiac o El Club de la Lucha.

El curioso caso de Benjamín Button peca de ampulosa, naufraga en no ser original no solo en temática sino en la manera de narrarla 8una medio moribunda le cuenta a su hija la vida de ese gran hombre. ¡qué novedad!), y se da al traste al compararla con su gran rival. En el fondo esta película ir no va de nada, sino de un tío que mengua al crecer y que nace viejo, y hay tal cantidad de fragmentos que sobran que el peso acaba cayendo y lamentablemente la película no aporta nada tras su visión. Visualmente es brillante y eso es lo que le salva del descalabro monumental. Aquí tenemos la peor película de ese genio llamado David Fincher.

El curioso y aburrido caso del soporífero Benjamin Button fue una película creada para ganar el Oscar. Al final no logró ni eso.