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Aurelio Pérez Rocha rating:
4
Language of the review:
  • es
March 1, 2018
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Sonaré a resentido social (muchos me tacharán de ello y me tiene sin cuidado), pero no suelo confiar en esos "niños bien" que se autoasumen como artistas, máxime cuando alrededor de ellos hay una horda de rémoras que los azuza y alimenta su ego.
Por ello evito en lo posible ver cine de Manolo Caro y muy en el fondo de mi corazón considero que Xavier Dolan está sobrevalorado, y creo que definitivamente sumaré a la lista de cineastas con los cuales tendré mis reservas al español Fernando González Molina, de quien lo primero que vi fue la visualmente majestuosa Palmeras en la Nieve (2015), que en nuestro país llegó precedida de una aparatosa campaña publicitaria, que más allá de su fastuosa producción, no tiene mucho de encanto.
Y cito este título porque al ver la adaptación cinematográfica que hizo de El Guardián Invisible, novela de Dolores Redondo, me percato que repite la fórmula: "mucho ruido y pocas nueces".
El filme, que terminó siendo una gran producción, está disponible en Netflix y aunque se anuncia como un thriller, termina siendo un amasijo difícil de clasificar y no por ello eleva su valor, sino que lo condena a referirse a él como un innecesariamente ¡laaargo!-metraje, desesperante, soporífero, inverosímil e irrisorio.
Lo que logra plasmar en la pantalla el realizador es una serie de retazos que una vez unidos nos dejan una historia a medias. En el centro vemos una investigación criminal, pero también se delinea un drama familiar así como un relato sobre mitos y brujería.
El argumento es ¿sencillo?: Amaia es una joven mujer, investigadora policíaca, se verá inmersa en caso sobre una serie de asesinatos de mujeres adolescentes, que aparecen desnudas y con una galleta típica de la región de Navarra sobre su pubis.
Para indagar sobre algunas de las víctimas, Amaia deberá volver a su ciudad natal, en donde se reencontrará con su familia, de la que algunos miembros le guardan fuerte resentimiento.
Durante los primeros 40 minutos todo va viento en popa; de ahí en adelante la historia se dispara hacia múltiples direcciones, y uno ruega porque aquello termine de una vez por todas.
La espera no es recompensada, pues el final se resuelve en un tris. Es una secuencia anticlimática, inexplicable, y para rematar, el sugerente final, da por sentado que el personaje sobre quien debería haber girado la historia, al que hace alusión el título, es un mero motivo incidental para contar algo que pretende asustar, estremecer o perturbar, pero que no consigue ni lo uno ni lo otro.
Aurelio Pérez Rocha
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