He-Man, uno de nuestros personajes de ficción preferidos allá por la década de los 80 y perteneciente al universo DC comics, tuvo su película en 1987 dirigida por Gary Goddard e interpretando a nuestro héroe, el sueco Dolph Lundgren. Fue en su momento un estrepitoso fracaso de taquilla que costó 22 millones y un desastre total para la productora Cannon junto con el lanzamiento de Superman IV. Masters of the Universe fue un ejercicio fílmico de llevar las aventuras de He-Man a la pantalla, para lograr el efecto deseado que tuvieron sus andanzas animadas con los diminutos niños que seguían sus peripecias en televisión. El hombre más poderoso del universo (pues toda la fuerza de Eternia se concentra en él) nos entretuvo por entonces viendo a los personajes de la serie animada en imagen real, con el fin de hacernos soñar y creer firmemente en la magia del cine. Etiquetada como película de culto para un minúsculo sector, sus atrayentes factores y primitivos elementos la alzan a ser una cinta significativa para comprender el nostálgico abrazo que muchos le tienen a las antecesoras décadas. Una película embadurnada de fantasía y acción, como muchas otras en esa extraordinaria época, que plasmaba la caracterización de un villano como Skeletor por Frank Langella, quien hizo del conde Drácula nuevamente en busca de su amada en el filme de 1979. En este filme veremos al poderoso residente de Eternia y a sus fervientes compañeros de lucha contra Skeletor y sus partidarios seguidores de la malignidad, un espectáculo de carnífice y funciones vertiginosas en una película que cumple con creces para los apasionados de los 80.