Haciendo zapping una noche, me encontré con algo que no supe de momento de que se trataba; parecía una película, pero estaba tan bien actuada (cosa rara en actores argentinos) que hasta llegué a pensar que era una situación real (claro está que esto duró unos pocos segundos, pero hago fundamental hincapié en el primer impacto); se trataba, luego lo supe, del excelente cuarto capítulo de esta serie. Recuerdo que llame a mi hermano y vimos los minutos que faltaban y esperé hasta la siguiente semana para ver el siguiente capítulo; a partir de aquel momento y hasta hoy, considero a esta serie como una de las más gratas sorpresas de producciones argentinas de los últimos años. Los personajes son carismáticos; tenemos a Ricardo (Rodrigo de la Serna) que es un chico de clase media, disconforme, perdido en cuánto lo que quiere para su vida, sin novia, sin trabajo, y habiendo abandonado los estudios terciarios de medicina, y que recibe la oferta de su prima (quién trabaja en una inmobiliaria) para "cuidar" una antigua casa en total estado de abandono mientras se vendía.
Por otro lado, un amigo de la escuela primaria, el pollo (Diego Alonso Gómez), aparece para acompañarlo en la casa abandonada luego de una discusión con los amigos de Dock Sud (una región de la provincia de Buenos Aires, marginal, donde existen personas trabajadoras en su gran mayoría, y una pequeña porción de delincuentes que le dan mala fama al lugar). Un paseador de perros, Walter (Ariel Staltari), socorre una noche a Ricardo, a cambio de unos pesos, a "ahuyentar" mediante los animales, a unos vecinos que estaban derribando la pared lindera; y por último está "el chiqui" (Franco Tirri), un bonachón personaje, medio vagabundo, y que duerme en las plazas, y que casualmente es amigo de "el pollo". Hay que mencionar también a "Severino", el perro de Walter (excelente actor también). Así comienza una atrapante y cálida historia de amistad entre estos personajes (con algunas peleas en el medio) y se suscitarán enfrentamientos con los delincuentes del "doque" hasta el final de la serie.
Absolutamente recomendable; son once geniales capítulos, siendo el primero tal vez el más flojito de todos. La musicalización es muy buena (Spinetta, Patricio rey y sus redonditos de ricota, The Beatles, The Rolling Stones, Paul Mc cartney, etc.).