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Jordicine rating:
8
7.2
15,825
Thriller
Lady Vengeance tells the story of Kum-ja, a woman who takes revenge after serving 13 years in jail in place of an evil man who abducts and kills a 6-year-old boy. Two thirds of the story shows how Kum-ja gets involved in the murder case and how she prepares for the revenge. Choi Min-sik (Oldboy), plays the villian Mr Baek. It combines the theme of kidnapping from Sympathy for Mr Vengeance with the imprisonment of Oldboy. This movie will ... [+]
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- es
September 21, 2007
100 of 105 users found this review helpful
En ‘Sympathy for lady vengeance’, Chan-wook Park vuelve a explicarnos que la venganza se sirve fría. En ‘Old boy’, que es la segunda parte de la trilogía, el protagonista espera quince largos años antes de tomarse la justícia por su mano. Aquí son trece, los mismos que Geum-ja, acusada de secuestrar y matar a un niño de cinco años, pasa entre rejas. La película es muy dura, en todos los sentidos. Hay escenas difíciles de olvidar. Son crueles y despiadadas. No destacan por su brutalidad ni por su exceso de sangre (que la hay), lo hacen por su gran carga psicológica. Situaciones tan extremas llevan a preguntarnos que haríamos en similares circunstancias.
Chan-wook Park no se para ante nada ni ante nadie. Dirigir una película como ésta no es fácil. Hay que tener mucho estómago y pocos perjuicios. ‘Sympathy for lady vengeance’ es mucho más directa y dura que las dos otras partes de la trilogía. Eso sí, el director coreano sigue obsesionado con la estética. Se nota en la misma presentación de la película: imágenes blancas e impolutas corrompidas poco a poco por un hilillo de sangre que se fusiona con el negro tizón de los tatuajes de un brazo. A lo largo de la película, Chan-wook Park se toma un buen número de licencias visuales: de vez en cuando nos presenta a Geum-ja como una ‘virgen’, desprendiendo una luz celestial; la fotografía de su hija cambia de cara como por arte de magia, construye una cárcel con barrotes imaginarios… todo para darle a la película un envoltorio fantástico y real a la vez, entre lo humano y lo divino.
Lee Young-ae, que ya colaboró con Chan-wook Park en ‘Joint Security Area (JSA)’ (2000), hace una interpretación extraordinaria. Nadie podía haber hecho de ‘Lady vengeance’ mejor que ella. Es una interpretación comedida, sin excesos, sin excentricidades. Compartes el odio de la protagonista desde el primer momento. Lo realmente difícil es entender su frialdad y su capacidad innata para mantener ‘viva’ la venganza. No es una mujer mala por naturaleza; ha sido corrompida sin poder impedirlo. Por este motivo, la venganza es la única salida viable. Al lado de Lee Young-ae nos volvemos a encontrar a Choi Min-sik, el principal y casi único protagonista de ‘Old boy’ (2003), al que también vimos en la discreta ‘Ebrio de mujeres y pintura’ (2002). Sufría en la segunda parte de la trilogía y sigue haciéndolo en ésta.
Chan-wook Park no se para ante nada ni ante nadie. Dirigir una película como ésta no es fácil. Hay que tener mucho estómago y pocos perjuicios. ‘Sympathy for lady vengeance’ es mucho más directa y dura que las dos otras partes de la trilogía. Eso sí, el director coreano sigue obsesionado con la estética. Se nota en la misma presentación de la película: imágenes blancas e impolutas corrompidas poco a poco por un hilillo de sangre que se fusiona con el negro tizón de los tatuajes de un brazo. A lo largo de la película, Chan-wook Park se toma un buen número de licencias visuales: de vez en cuando nos presenta a Geum-ja como una ‘virgen’, desprendiendo una luz celestial; la fotografía de su hija cambia de cara como por arte de magia, construye una cárcel con barrotes imaginarios… todo para darle a la película un envoltorio fantástico y real a la vez, entre lo humano y lo divino.
Lee Young-ae, que ya colaboró con Chan-wook Park en ‘Joint Security Area (JSA)’ (2000), hace una interpretación extraordinaria. Nadie podía haber hecho de ‘Lady vengeance’ mejor que ella. Es una interpretación comedida, sin excesos, sin excentricidades. Compartes el odio de la protagonista desde el primer momento. Lo realmente difícil es entender su frialdad y su capacidad innata para mantener ‘viva’ la venganza. No es una mujer mala por naturaleza; ha sido corrompida sin poder impedirlo. Por este motivo, la venganza es la única salida viable. Al lado de Lee Young-ae nos volvemos a encontrar a Choi Min-sik, el principal y casi único protagonista de ‘Old boy’ (2003), al que también vimos en la discreta ‘Ebrio de mujeres y pintura’ (2002). Sufría en la segunda parte de la trilogía y sigue haciéndolo en ésta.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
“No existe la persona perfecta”. Ésta es la respuesta que el asesino escupe a la cara de un familiar de uno de los niños asesinados cuando le pregunta por qué lo ha hecho. No podía ser más cruel. El argumento de la película es perverso. Geum-ja cumple 13 años de cárcel por un asesinato que no ha cometido. No ha matado fuera de la prisión, pero sí que lo hace dentro: envenena poco a poco a una reclusa colocando lejía en su comida a lo largo de 13 años. La cuída y la mata a la vez.
Fuera de la cárcel, el único objetivo de Geum-ja era encontrar al profesor que mató al niño y que le obligó a declararse culpable a ella. Éste fue el precio que tuvo que pagar para que no asesinara a su hija, de apenas un año, a la que el hombre hizo desaparecer. Encuentra a la hija, adoptada por una família australiana y, posteriormente, encuentra al hombre que la hizo desgraciada. Se lo lleva a una escuela abandonada y se prepara para matarlo y culminar su venganza.
Pero Geum-ja quiere más. Reúne a los familiares de los cuatro niños asesinados (porque había tres más) y les muestra los vídeos en los que el profesor los mataba. Las escenas son escalofriantes. No por lo que se ve (que es poco), sobretodo por lo que te imaginas. Llegados a este punto, les expone la situación: entregarlo a la policía (y esperar un juicio eterno) o matarlo lentamente, por famílias, poco a poco… Es una venganza a la carta. Ataviados con impermeables (para no mancharse de sangre) y armas blancas, unos detrás de otros, todos se acaban vengando del asesino, con una crueldad sin límites.
La última és la abuela de uno de los niños. Su madre se había suicidado y su padre se había ido de la ciudad. Entra sigilosamente, sin impermeable, sin ninguna arma a la vista. Es la que está menos tiempo dentro de la sala de torturas. Sale limpia y tranquila, como si no hubiera hecho nada. Pero, sorprendentemente, es ella quien ha dado el golpe mortal, clavándole unas simples tijeras en la nuca. La venganza está servida; para los familiares de los niños muertos y para la propia Geum-ja.
A pesar de todo, Geum-ja no es feliz. Se ha perdido su propia juventud y la niñez de su hija. Demasiado castigo para una chica que, embarazada por un desconocido, busca refugio en los brazos de un exprofesor que, un día, le había dicho que la encontraba sexy. Maldito día. Maldita vida. Maldita muerte.
Fuera de la cárcel, el único objetivo de Geum-ja era encontrar al profesor que mató al niño y que le obligó a declararse culpable a ella. Éste fue el precio que tuvo que pagar para que no asesinara a su hija, de apenas un año, a la que el hombre hizo desaparecer. Encuentra a la hija, adoptada por una família australiana y, posteriormente, encuentra al hombre que la hizo desgraciada. Se lo lleva a una escuela abandonada y se prepara para matarlo y culminar su venganza.
Pero Geum-ja quiere más. Reúne a los familiares de los cuatro niños asesinados (porque había tres más) y les muestra los vídeos en los que el profesor los mataba. Las escenas son escalofriantes. No por lo que se ve (que es poco), sobretodo por lo que te imaginas. Llegados a este punto, les expone la situación: entregarlo a la policía (y esperar un juicio eterno) o matarlo lentamente, por famílias, poco a poco… Es una venganza a la carta. Ataviados con impermeables (para no mancharse de sangre) y armas blancas, unos detrás de otros, todos se acaban vengando del asesino, con una crueldad sin límites.
La última és la abuela de uno de los niños. Su madre se había suicidado y su padre se había ido de la ciudad. Entra sigilosamente, sin impermeable, sin ninguna arma a la vista. Es la que está menos tiempo dentro de la sala de torturas. Sale limpia y tranquila, como si no hubiera hecho nada. Pero, sorprendentemente, es ella quien ha dado el golpe mortal, clavándole unas simples tijeras en la nuca. La venganza está servida; para los familiares de los niños muertos y para la propia Geum-ja.
A pesar de todo, Geum-ja no es feliz. Se ha perdido su propia juventud y la niñez de su hija. Demasiado castigo para una chica que, embarazada por un desconocido, busca refugio en los brazos de un exprofesor que, un día, le había dicho que la encontraba sexy. Maldito día. Maldita vida. Maldita muerte.