Un día llegué del trabajo con una hambre que veía doble, entré por esa puerta que parecía un zombie y fui directo al sofá para de ahí no salir hasta poder comer algo. En ese momento sentí los pasos de mi mujer que ese día se había quedado en la casa, había tenido migrañas nuevamente, ya ésto venía pasando de hacía semanas atrás. Cuando se me acercó rogué que me diera un beso y entre líneas le dije que se me antojaba un arroz con pollo, de esos deliciosos que hacen las cubanas y quizás más tarde me imaginé que podríamos jugar al lulú, ya que no había otra cosa que hacer. Empecé a darle vueltas en mi cabeza lo rico que sabría ese arroz con pollo en ese momento y como si me cayera de la mata de manera repentina fui despojado de un empujón de mi fantasía. Sólo con dos palabras, "ordenaremos pizza". En ese momento, al despertar de mi sueño me di cuenta que mi mujer ni era cubana, ni sabía cocinar. Espero este sea un buen paralelo para describir este aborto de película.