El exorcista esta bien valorada. Que si obra maestra, que si la mejor película de horror, que si guión sólido.

Seamos realistas. Imaginad por un momento que en un pueblo de Okinawa, un malvado genio del bosque, Oniguro, se introduce en el cuerpo de una niña pequeña. Desconcertados los médicos, sus padres recurren a un curandero local, el cuál, huesos en mano, se dedica a bailar en torno a la cama de la enferma, entonando su Mambo Yambo, lanzando huesos al aire y sacrificando pollos en un altarcillo del lavabo.

Seguramente nos resultaría ridículo... Y es que lo es.

Yo no puedo evitar imaginarme al padre Merrit con su hoz de druida recogiendo muérdago y entonando cánticos a los Dunedain. No puedo evitar imaginarme al padre Carrash con un hueso atravesándole la nariz, con la cara cubierta de las cenizas de una tortuga invocando al Jaguar de la jungla.

Y es que en esto reside el argumento. Dos magos haciendo magia ante una fuerza desconocida sumeria-cristiana, ni se sabe, da igual. Eso debería provocarnos espanto... qué se yo.