Si el propósito de "Fast & Furious 8" es el puro y siempre complicado entretenimiento, la película disfruta de elementos suficientes como para destacar en este aspecto. Muchas dosis de adrenalina, acción, saltos imposibles, explosiones…son sólo ejemplos de lo que el espectador encontrará en casi cada secuencia, auténtica marca de la casa.

De esto la película va sobrada, pero no se puede decir lo mismo de su guion y sus simples diálogos. Es de esperar que después de siete entregas, la idea sea estirar la franquicia cada cierto tiempo para intentar recaudar cuanto más mejor, pero también es lógico que sus tramas se resientan con el paso del tiempo. Quizás su mayor problema sea que la trama ya viene desgastada desde hace varias entregas y se va quedando poco a poco sin argumentos para continuar. Utilizando un punto de partida poco original, la película tira de repertorio con ideas conocidas para desarrollar la acción en sus estupendas localizaciones, con lo que no es capaz de aportar sorpresa.

Solo la novedosa aparición de Theron aporta algo de frescura a un reparto que, por otra parte, viene convenciendo y siendo solvente para todo seguidor, por lo que no tendría sentido cambiarlo. La sudafricana interpreta a la malvada de turno de manera convincente, con ese peinado diferente pero de la misma manera que lo haría cualquier malvado de ese tipo, de los que quieren dominar el mundo. Si el personaje de Theron, que es nuevo, no aporta mucha originalidad, queda claro que Diesel y compañía cambian aún menos. Con los típicos diálogos bravucones entre Diesel, Statham y “The Rock” que dejan en segundo plano a todos los demás, queda claro que los diálogos no son el punto fuerte de una película que apuesta por aquello que la ha hecho famosa y que ha llevado a la saga hasta la octava entrega… de momento. Visto lo visto no parece mal plan.