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antonalva rating:
9
Drama Desperate to fulfill his terminally ill daughter’s last wish, grief-stricken teacher Luis (Luis Bermejo) plunges into a vortex of blackmail, deception and double-cross, in this deliriously stylized noir thriller from dynamic young Spanish director Carlos Vermut.
Language of the review:
  • es
October 26, 2014
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Esto es una película rara y atípica. Tendrá difícil encontrar su público aunque merece más atención y parabienes que casi todas las demás cintas estrenadas durante el año: sencillamente es única, tremenda, feroz e implacable. No hay nada igual ni lo habrá en mucho tiempo: no habría cuerpo que lo aguantara. Lo que a primera vista se presenta como una película sobre el amor incondicional paterno-filial deviene en un aquelarre casi apocalíptico de venganzas, muertes, extorsión, sangre y manipulación de la peor calaña, siempre cogiendo al espectador con el paso cambiado, con las expectativas alteradas y con la emocionalidad subvertida hasta llevarnos con pasmosa facilidad al dolor y el saqueo emocional más descarado. Se te queda un mal cuerpo, un desasosiego, un envenenamiento masivo de las entendederas que te deja arrebatado y sin consuelo. ¡Menudo peliculón más infausto!

Las apariencias engañan y las mosquitas muertas son de temer. Y de las aguas remansadas más vale huir como de la peste bubónica, no sea que te atrapen y engullan. Con un férreo guión del propio director, Carlos Vermut, la película está perfectamente construida, estructurada y calibrada. Pocas veces el cine español ha mostrado con tanta pasmosa claridad lo importante que es tener un guión bien trabado, sin resquicios, sin huecos ni digresiones, donde la acción surge de los personajes que subyugan por su atroz verosimilitud y fulgor, pese a lo aberrante y esquinado de su venenosa y pérfida trama.

Llega mucho más lejos – y es mucho mejor y más retorcida – que la aclamada y reciente “Perdida”. Aquí la maldad surge del corazón de sus personajes y la manipulación más sibilina erosiona los pilares de una sociedad ensimismada y adormecida de convencionalismos y cortesía. Basta que falte una única pieza de un rompecabezas o coger a un indefenso bebé en brazos para que se abra el abismo de la locura y la perversidad. Basta que un padre quiera agasajar a su moribunda hija para que toquemos la vileza disfrazada de inocencia y fragilidad. Basta que queremos alcanzar lo imposible para perturbar el mundo y sembrar la anarquía.

Los actores (muchos de ellos curtidos en el teatro) sacan el máximo partido a sus personajes y crean un mundo tóxico y deleznable que intranquiliza y pervierte el orden establecido de la ortodoxia social. Una excelente muestra sobre las buenas intenciones y sus enlodadas consecuencias, deja un mal delicioso sabor de boca que perdura mucho más allá de la proyección. Memorable e indispensable. Una gozosa joya inclasificable.
antonalva
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