Tras ver 'Searching for sugarman' recuerdo la magia que supuso para mí la música, el loco anhelo juvenil que tuve al soñar con ser una estrella de la canción aun sin tener talento para ello (quién no ha caído en ese poderoso influjo de la época moderna de lo que se consideraba la cima del éxito en décadas de influencia de la cultura musical) En mi ignorancia vital no sabía, o no quería saber, cuántos verdaderos talentos no pudieron pasar del anonimato, cómo fue la música vehículo de expresión de la poesía, la protesta social y la resistencia antisistema pero a la misma vez de adherencia fanática al mismo a través de la cultura del éxito y del consumo. Con los años aprendí muchas cosas. Muchas vidas no se habrían perdido en la nada o en la destrucción si se hubieran abstraído de esta irresistible fuerza arrolladora de este sueño mágico creado por productores de la industria musical , medios de comunicación, lobbies y poderosos grupos de presión. Muchos mitos musicales fueron consumidos por esa inercia, por las drogas o por sus egos, devorados por el propio sistema antes de que consiguieran una auténtica revolución. Las historias son bien conocidas pero hubo otros que llevaron su inspiración a su vida cotidiana tras haver intentado sin fruto que sus voces fuesen catalizadoras de una disidencia ejemplar con su particular talento.

Poco más se debería desvelar de este documental tan bien construído del director sueco Malik Bendjelloul sobre este misterioso cantautor llamado Rodríguez para no estropear la emotiva sorpresa que encierra este aclamado trabajo (premio del público en el Festival de Sundance y posteriormente Óscar al mejor documental). El descubrimiento de tan singular personaje se presenta a través de una investigación de dos musicólogos de Sudáfrica que, extrañados por desconocer la circunstancias del origen y ocaso de un cantautor (que había sido revelador para la resistencia cultural anti-apartheid) emprenden un camino que les llevará a descubrir la vida de un personaje muy particular que había pasado desapercibido no sólo en la muy influyente industria musical de EEUU sino también para cualquier clase de escenario cultural o cualquier grupo de audiencia alternativa. El talento, la inspiración, la poesía, el sentido social de Rodríguez había pasado desapercibido y nadie sabía por qué. Lo que se comentaba que había sido su trágico final añadía más morbo al asunto.

Poco más se debe contar, como digo, del film, simplemente asegurar que la historia sorprende, emociona y que no defraudará a quien se acerque a él desde la inmensa curiosidad que siempre ha provocado la música y su poder de influencia. Y es gratificante encontrar un ejemplo en quien ha buscado la fuerza de ánimo para llevar una vida corriente, tras haber dado voz a la libre expresión a ideas y sentimientos que generalmente son frustradas por ser auténticas en este mundo tan caótico de superficiales voces almibaradas y de las luces brillantes del mundo del espectáculo. Muy recomendable.