Después de las absolutamente prescindibles “Un hombre lobo americano en París” y “La maldición” dudaba que alguien se atreviese con otra ración de torsos y entrepiernas femeninas peludas.
Los productores de “Underworld” y Katja von Garnier intentan dar una nueva ración de licántropos al personal con una cinta que aparentemente quiere ser distinta pero que en el fondo es más de lo mismo (y de lo peor).

Distinta porque va directa al misticismo evitando los clichés habituales – nada de transformaciones espectaculares a golpe de maquillaje y ordenadores ni hombres lobos grotescos – La metamorfosis a lobo o caniche encabronado (puro y duro) aquí es toda una experiencia religiosa. (¿?)

Pero estos licántropos o ‘loups garoux’ (que queda más fino) han formado una sociedad en Bucarest (que es más barato rodar), aunque se parece más a una mafia sectaria que a cualquier otra cosa: cazan y se reúnen en el campo para hacer picnics nocturnos con carne fresca humana en su jugo, dan saltitos como los Powers Rangers y se van de copas al pub de moda. (¿?)

Y finalmente más de lo mismo: típica película con historia romántica de pura zoofilia y demás clichés típico-tópicos que sólo llevan a “Blood & Chocolate” a una película de acción del montón con efectos especiales para nada sugerentes, originales o decentes.

Uno de los futuros bodrietes de la temporada que se han podido ver en la IV Muestra de Cine Fantástico de Madrid. La crítica americana y su recaudación discreta ya avisaban aunque muchos esperaban más de la adaptación de la novela de Curtis Klause.