Más típica no se puede ser: hecha a medida milimétrica para buscar la nominación al Oscar (fue presentada por su país) aunque esta vez, por suerte, no coló entre otras razones porque ya teníamos película sensiblera: “Tsotsi”.

Al director le gusta hacer sufrir al niño como a los guionistas de Marco… Al final acaba siendo demasiado blanda como era de esperar y esas crudas intenciones iniciales se diluyen como las lágrimas que inundaron las salas de cine.
Esta bien que se denuncie la venta de niños aunque más que denuncia huele a recurso para buscar la lagrima fácil. Obviamente creo que todos sabemos que el dinero lo compra todo y que adoptar a un niño depende de la pasta que se ponga en ello y de ciertos intermediarios.

Seguramente para alguien que se encuentre en medio de un larguísimo proceso de adopción “El italiano” le parecerá un filme de pura demagogia visceral.
También es un poco relativo y falso decir que es preferible vivir en la pobreza de Rusia pero feliz a tener un futuro en una acomodada familia italiana. Demasiados inconvenientes morales para pensar en los escasos formales que tiene la propuesta de Andrey Kravchuk.