Volver a vivir después de un amargo y duro trance ya que la vida es pura supervivencia.
A veces se sobrevive por fortaleza, otras por suerte… y en esa última grieta no hay vuelta atrás. Con un argumente y premisa vista pero rodada de manera completamente inteligente: un lugar indeterminado de Japón, un autobús secuestrado, los pasajeros son ahora rehenes de lo que parece un psicópata. La policía logra abatir al secuestrador pero sólo hay tres pasajeros que permanezcan con vida.

Aquí acabaría una producción de género. Pero para Shinji Aoyama es simplemente un punto de partida. Lo interesante es lo que ocurre como el punto de vista de la víctima: es la supervivencia al horror y las terribles marcas que deja.
Ese punto de vista escogido y todo el subtexto que marca la historia de esos tres supervivientes hacen que el viaje del espectador se asemeje al suyo: sólo queda el sonido de las cigarras, el encierro de los protagonistas y su liberación del pasado en forma de road movie.

Pero aparte de ser una película existencial y el olvido a las víctimas, Shinji Aoyama incluye en la trama el revivir el trauma: un asesino en serie actúa en la zona como si quisiera reabrir esa brecha y herida que todavía permanece abierta. Esa vuelta al pasado es cruel pero necesaria para encontrar el catalizador al final del viaje.
“Eureka” es un viaje completamente necesario para sus protagonistas y el espectador. De obligada visión.