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Huichilobitos rating:
4
2020
Darren Star (Creator), Andrew Fleming ...
5.3
4,697
Language of the review:
- es
December 30, 2020
5 of 7 users found this review helpful
Si a esta serie se la mira tan solo como una serie romántica, sale relativamente bien parada, aunque sin añadir nada sustancial a la fórmula esencial de esta clase de relatos. Todo está ahí: una chica y un chico (obviamente guapos como dioses, porque si no traicionarían una fórmula en el fondo llena de vicios) se enamoran y a lo largo de la serie se encargan de sortear los obstáculos que los separan. Todo esto, dicho así de simple, sucede en un ambiente inhabitual para la protagonista, una estadounidense que llega a París a enseñarles a los parisinos el arcano arte del uso de las redes sociales (sí, así de inverosímil como se oye, pero su “pericia” en el uso del Instagram es fundamental para construir la excepcionalidad de Emily en la serie. Sí, sí, no es broma), y es en ese extrañamiento de la protagonista donde la serie adquiere su contextura para convertirse en una historia de amor y superación personal en un ambiente exótico, donde Emily es lo importante y la belleza de París está ahí para adornarla a ella y hacerla destacar.
Tal como se nos presenta la relación de Emily con París y los parisinos, la serie no habría cosechado ningún comentario adverso en los 50 o los 60, porque en aquel momento el mundo aguantaba mejor los estereotipos al estar acostumbrado a una televisión/cine casi siempre hechos desde los Estados Unidos para su propio público, y que no necesitaba el acuerdo o el diálogo con otras culturas o una justa representación en pantalla de estas. Pero, en este sentido, ver algo como Emily en París en pleno 2020 resulta cuando menos insultante. A través del personaje de Emily, Estados Unidos llega nuevamente a Europa a enseñarles a sus gentes a cómo ser modernas, además de nuevos modelos en tópicos como la sexualidad y algunos otros en que (a decir de la serie) Europa se quedó en la edad del Neandertal.
En todos los aspectos que exceden el tópico de las series románticas es donde Emily en París cae mal. Para empezar, la representación de París es parcial a conveniencia de la serie: de lo multicultural de esta ciudad poco vemos a no ser por un par de personajes que rompen la blanquitud cuasi inmaculada del reparto (y Mindy, de origen chino, es una "valiente" concesión que solo sirve para agrandar los estereotipos y lanzar alguna que otra pulla contra la China actual a discreción). Todo sucede en el París antiguo de siempre pero hiperglamurizado y con personajes que sirven de contrapunto para realzar la “grandeza” de Emily. Para la serie el parisino es: el pedante con el que se enreda Emily, el que desprecia a la gente de la provincia, el que sexualiza todas sus relaciones y objetualiza a la mujer de manera consuetudinaria, y sobre todo, un pelmazo monumental para el uso del Instagram.
Tal como se nos presenta la relación de Emily con París y los parisinos, la serie no habría cosechado ningún comentario adverso en los 50 o los 60, porque en aquel momento el mundo aguantaba mejor los estereotipos al estar acostumbrado a una televisión/cine casi siempre hechos desde los Estados Unidos para su propio público, y que no necesitaba el acuerdo o el diálogo con otras culturas o una justa representación en pantalla de estas. Pero, en este sentido, ver algo como Emily en París en pleno 2020 resulta cuando menos insultante. A través del personaje de Emily, Estados Unidos llega nuevamente a Europa a enseñarles a sus gentes a cómo ser modernas, además de nuevos modelos en tópicos como la sexualidad y algunos otros en que (a decir de la serie) Europa se quedó en la edad del Neandertal.
En todos los aspectos que exceden el tópico de las series románticas es donde Emily en París cae mal. Para empezar, la representación de París es parcial a conveniencia de la serie: de lo multicultural de esta ciudad poco vemos a no ser por un par de personajes que rompen la blanquitud cuasi inmaculada del reparto (y Mindy, de origen chino, es una "valiente" concesión que solo sirve para agrandar los estereotipos y lanzar alguna que otra pulla contra la China actual a discreción). Todo sucede en el París antiguo de siempre pero hiperglamurizado y con personajes que sirven de contrapunto para realzar la “grandeza” de Emily. Para la serie el parisino es: el pedante con el que se enreda Emily, el que desprecia a la gente de la provincia, el que sexualiza todas sus relaciones y objetualiza a la mujer de manera consuetudinaria, y sobre todo, un pelmazo monumental para el uso del Instagram.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
La sexualidad y las relaciones interpersonales son también otro tema muy contradictorio aquí, pues mientras se pretende dar la idea de que es París quien enseña a Emily los encantos del amor libre, lo cierto es que Emily no tiene nada que aprender de nadie al respecto. Es cierto que al llegar, se siente aún nostálgica de su novio al que tuvo que dejar en Chicago, pero bastan unos pocos capítulos para que cada episodio se convierta en el relato de un nuevo amorío para Emily, eso a pesar de lo enamorada que está de Gabriel, el novio de una de sus mejores amigas. Emily se enreda en asuntos amorosos para acostumbrarse a París (con el pedante cuyo mayor acierto es llamar a Emily “básica”), lo hace para afianzar relaciones de trabajo (con Mathieu Cadault, hijo de un diseñador anacrónico a quien Emily le enseña a cómo ser actual de nuevo. Emily la salvadora...), lo hace por hacer un favor a una amiga (con el hermano de Camille, la amiga a quien le baja el novio), y ya al final, como corona del drama, lo hace con Gabriel. Muchos han señalado lo moralmente cuestionable que es este aspecto y que Emily se quede con el novio de Camille, su "mejor" amiga, pero lo cierto es que se trata solo de una representación de una manera de vivir las relaciones. El asunto es que, por todo lo que vemos al correr de la serie, es dudoso que esto lo haya aprendido Emily de París, y el estereotipo del amor libre parisino se queda solo como una representación vacía cuya única función en la serie es sumar otro estigma a los parisinos (que nadie se pregunte por qué los parisinos de carne y hueso odian esta producción).
Pero nada es casual. Que se retrate a Emily como una básica que triunfa en un mundo de conocedores no tiene otra función que mostrarnos nuevamente cómo el sencillo y abierto espíritu estadounidense siempre acaba imponiéndose en un mundo lleno de supersticiones y convenciones (Europa), todo ello simbolizado en ese manejo "asombroso" (por no decir que perfectamente común y corriente) que tiene Emily de las redes sociales (invención estadounidense por excelencia) que le ayuda a cambiar el mundo con solo empuje y optimismo (y quizás con un tanto de ignorancia y falta de consideración: sí, Emily nunca tiene la necesidad de aprender francés ni alguna otra cosa). Esa es la irrisoria lección de Emily para el mundo.
Pero nada es casual. Que se retrate a Emily como una básica que triunfa en un mundo de conocedores no tiene otra función que mostrarnos nuevamente cómo el sencillo y abierto espíritu estadounidense siempre acaba imponiéndose en un mundo lleno de supersticiones y convenciones (Europa), todo ello simbolizado en ese manejo "asombroso" (por no decir que perfectamente común y corriente) que tiene Emily de las redes sociales (invención estadounidense por excelencia) que le ayuda a cambiar el mundo con solo empuje y optimismo (y quizás con un tanto de ignorancia y falta de consideración: sí, Emily nunca tiene la necesidad de aprender francés ni alguna otra cosa). Esa es la irrisoria lección de Emily para el mundo.