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Archilupo rating:
6
6.6
117
Language of the review:
- es
January 20, 2010
20 of 21 users found this review helpful
Documental interesante porque, aunque ortodoxo y no muy incisivo, traza una visión global de la vida y obra de uno de los gigantes cinematográficos.
El plan es rigurosamente cronológico. Tras un apunte inicial sobre circunstancias familiares, las películas son repasadas por orden de filmación. Se intercalan entrevistas con actores y actrices asiduos, bastante centradas en lo anecdótico. Les sorprende que un tipo tan humilde crease tan magno arte. A veces, dicen, tenías sensación de estar ayudando a un desamparado.
Dreyer vivió volcado en la meticulosa elaboración de su obra, alguno de cuyos títulos (“La pasión de Juana de Arco”, “Dies Irae” y “Ordet”) figuran en las antologías de todos los tiempos, pero a causa del desencuentro con la taquilla no siempre pudo ganarse el pan con el cine. Entre rodajes volvió más de una vez al periodismo, la crónica judicial. También fue durante una época director del cine Dagman, en Copenhague. Y realizó cortos por encargo para campañas gubernamentales.
Antes había sido contable en una sólida empresa donde tenía el camino trazado. Un día le llenó de horror ver la vida reducida a números y lo dejó para trabajar en la prensa, y también en unos estudios de cine donde hizo de todo (intertítulos, guiones, correcciones), aprendiendo en la práctica los entresijos de la realización.
Al pasar tanto tiempo entre una película y la siguiente (rodó en cinco países, siempre en busca de financiación), podía preparar guiones muy minuciosos. Creaba archivos de fotos y dibujos, para documentar cada detalle. “Como esto”, decía al equipo. Sin embargo, al llegar la hora del rodaje, si en función de circunstancias podía improvisar, lo hacía. Si no estaba ‘en forma’, entonces recurría al guión ultradetallado, la posición y movimientos de cada cámara apuntados. Sus célebres encuadres y composiciones…
Si bien quería ser conquistador de cimas, Dreyer no pretendía vanguardismo. Trataba temas universales y buscaba dirigirse a todo el mundo, a poco que tuviera la mente medianamente abierta.
(Sigue en el spoiler, con amenidad)
El plan es rigurosamente cronológico. Tras un apunte inicial sobre circunstancias familiares, las películas son repasadas por orden de filmación. Se intercalan entrevistas con actores y actrices asiduos, bastante centradas en lo anecdótico. Les sorprende que un tipo tan humilde crease tan magno arte. A veces, dicen, tenías sensación de estar ayudando a un desamparado.
Dreyer vivió volcado en la meticulosa elaboración de su obra, alguno de cuyos títulos (“La pasión de Juana de Arco”, “Dies Irae” y “Ordet”) figuran en las antologías de todos los tiempos, pero a causa del desencuentro con la taquilla no siempre pudo ganarse el pan con el cine. Entre rodajes volvió más de una vez al periodismo, la crónica judicial. También fue durante una época director del cine Dagman, en Copenhague. Y realizó cortos por encargo para campañas gubernamentales.
Antes había sido contable en una sólida empresa donde tenía el camino trazado. Un día le llenó de horror ver la vida reducida a números y lo dejó para trabajar en la prensa, y también en unos estudios de cine donde hizo de todo (intertítulos, guiones, correcciones), aprendiendo en la práctica los entresijos de la realización.
Al pasar tanto tiempo entre una película y la siguiente (rodó en cinco países, siempre en busca de financiación), podía preparar guiones muy minuciosos. Creaba archivos de fotos y dibujos, para documentar cada detalle. “Como esto”, decía al equipo. Sin embargo, al llegar la hora del rodaje, si en función de circunstancias podía improvisar, lo hacía. Si no estaba ‘en forma’, entonces recurría al guión ultradetallado, la posición y movimientos de cada cámara apuntados. Sus célebres encuadres y composiciones…
Si bien quería ser conquistador de cimas, Dreyer no pretendía vanguardismo. Trataba temas universales y buscaba dirigirse a todo el mundo, a poco que tuviera la mente medianamente abierta.
(Sigue en el spoiler, con amenidad)
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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GALERÍA DE DATOS CURIOSOS:
• Hijo de madre sueca, fue criado en Dinamarca por padres adoptivos. Siendo aún niño, le advertían que se pondría a trabajar cuanto antes para devolverles todo el dinero que se estaban gastando en él. Clave de la baja temperatura afectiva de sus filmes.
• Se le etiqueta como autor religioso pero la elección del tema de su mayor éxito fue casual. Unos productores franceses le pidieron tres proyectos de biografía. Dreyer propuso Catalina de Médicis, María Antonieta y Juana de Arco. Lo echaron a suertes y salió la tercera.
• Falconetti, la impresionante actriz que encarnó a la santa, se convirtió al budismo al final de su vida.
• Para Dreyer, “Vampyr” era realista. Sobre un asunto peculiar, eso sí.
• El fracaso de “Vampyr” le causó una honda depresión y fue internado. Nombre de la clínica: Jeanne d’Arc.
• Sus actores tenían prohibido el maquillaje. Cualquier artificio.
• Su obsesión por el cine: filmaban desde una moto con sidecar, a gran velocidad. Estrellados contra un árbol, el vehículo se partió y el otro salió a doce metros. Dreyer corrió primero a ver si le había pasado algo a la cámara.
• Un millonario financió “Vampyr” (y Dreyer lidió hábilmente con su obligada inclusión en el elenco), y otro millonario dio un dineral para una biografía de Cristo cuyo guión el danés elaboró durante veinte años pero no rodó.
• En “Ordet”, Johannes lo iba a hacer un no profesional, ‘un hombre hermosísimo’ que usaba un idioma propio y era clavado a Jesucristo. Pero estaba ingresado en un psiquiátrico y el actor Preben Lerdorff Rye se basó totalmente en él para su maravilloso trabajo.
• De “Ordet”, el documental recoge la sobrenatural escena en que Inger, resucitada, abre los ojos.
• Al estreno de “Gertrud”, en París, acudió la plana mayor de la Nouvelle Vague: Truffaut, Godard y compañía.
Para concluir este informe, amigos, una magnífica frase de Dreyer: “Nada en el mundo puede compararse con el rostro humano. Es una tierra que uno nunca se cansa de explorar”.
Demostración: “La pasión de Juana de Arco”.
• Hijo de madre sueca, fue criado en Dinamarca por padres adoptivos. Siendo aún niño, le advertían que se pondría a trabajar cuanto antes para devolverles todo el dinero que se estaban gastando en él. Clave de la baja temperatura afectiva de sus filmes.
• Se le etiqueta como autor religioso pero la elección del tema de su mayor éxito fue casual. Unos productores franceses le pidieron tres proyectos de biografía. Dreyer propuso Catalina de Médicis, María Antonieta y Juana de Arco. Lo echaron a suertes y salió la tercera.
• Falconetti, la impresionante actriz que encarnó a la santa, se convirtió al budismo al final de su vida.
• Para Dreyer, “Vampyr” era realista. Sobre un asunto peculiar, eso sí.
• El fracaso de “Vampyr” le causó una honda depresión y fue internado. Nombre de la clínica: Jeanne d’Arc.
• Sus actores tenían prohibido el maquillaje. Cualquier artificio.
• Su obsesión por el cine: filmaban desde una moto con sidecar, a gran velocidad. Estrellados contra un árbol, el vehículo se partió y el otro salió a doce metros. Dreyer corrió primero a ver si le había pasado algo a la cámara.
• Un millonario financió “Vampyr” (y Dreyer lidió hábilmente con su obligada inclusión en el elenco), y otro millonario dio un dineral para una biografía de Cristo cuyo guión el danés elaboró durante veinte años pero no rodó.
• En “Ordet”, Johannes lo iba a hacer un no profesional, ‘un hombre hermosísimo’ que usaba un idioma propio y era clavado a Jesucristo. Pero estaba ingresado en un psiquiátrico y el actor Preben Lerdorff Rye se basó totalmente en él para su maravilloso trabajo.
• De “Ordet”, el documental recoge la sobrenatural escena en que Inger, resucitada, abre los ojos.
• Al estreno de “Gertrud”, en París, acudió la plana mayor de la Nouvelle Vague: Truffaut, Godard y compañía.
Para concluir este informe, amigos, una magnífica frase de Dreyer: “Nada en el mundo puede compararse con el rostro humano. Es una tierra que uno nunca se cansa de explorar”.
Demostración: “La pasión de Juana de Arco”.