March 19, 2020
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Nazarín, un joven cura famoso por su generosidad con los pobres, protege a una prostituta y la aloja en su casa.
Buñuel lleva a la pantalla la novela de Galdós. Aprovecha para plasmar sus ideas sobre la religión católica. Como ocurría en “El idiota”, de Dostoievski, el protagonista encarna todas las virtudes cristianas; se trata de un hombre libre de orgullo, incapaz de mentir, sin apego a las cosas materiales, dedicado por entero a la caridad. Sin embargo, allá por donde pasa siembra la discordia, provoca la desgracia (la suya y la de los que se le acercan), recorre un camino estéril, no logra ayudar realmente a nadie (al menos aquí, en la vida en la Tierra).
Su piedad, su solidaridad y honestidad son acogidas con recelo; nadie comprende su punto de vista; predica la compasión, y sólo recibe golpes. Es de esos hombres que siempre ponen la otra mejilla. Sus buenos sentimientos se revelan, no obstante, completamente inútiles.
Paco Rabal está magnífico, es una de sus mejores interpretaciones. La película contiene muchos aspectos loables. De cualquier forma, para mi gusto no alcanza la altura de otras grandes obras de su etapa mexicana, como “Él”, “Ensayo de un crimen”, “Los olvidados” o “El ángel exterminador”.
“La humillación es buena para el alma”.
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