Los creadores de “Por trece razones” han conseguido un producto capaz de enganchar y mantener el misterio hasta el final desplazándose con habilidad entre los temas y conflictos clave que caracterizan las relaciones entre los adolescentes y su medio mediante los que se construye una situación de vulnerabilidad escolar demostrando una capacidad para profundizar en la construcción social de las relaciones sin caer en lugares comunes o la resolución de conflictos de manera edulcorada.

La serie muestra como se construye de manera paulatina una situación de exclusión social alrededor de la figura de Hanna Baker a través de las relaciones que mantiene con sus compañeros de institutos, amigos, profesores y familia. Se observa como la situación de vulnerabilidad social y psicológica que le conduce al suicidio se construye a través de acciones, omisiones, actitudes, lenguajes y discursos que, lejos de resultar inocuos, van transforman la realidad de la persona a través de una serie de experiencias negativas.

La capacidad con la que la serie se desliza por los conflictos que moldean la personalidad de la protagonista nos muestra la sutileza de la comunicación humana y cómo un mismo hecho es percibido de manera diferente por las personas que participan. De la misma manera, el potencial emotivo de la serie reside en la forma de mostrarnos que los conflictos cotidianos que configuran nuestra personalidad y nuestras vidas no están sujetos a reglas establecidas ni se les puede atribuir una resolución específica. La ambigüedad con la que se resuelven ciertas acciones refleja la propia naturaleza social de las personas así como sirve de espacio para la duda, la crítica y la reflexión de los espectadores.

A un guión sólido, coherente, inteligente y sutil, pero también sincero, crudo y astuto por momentos, le acompaña una puesta en escena sobria, efectiva, ajustada a los cambios emocionales y los saltos temporales, con un juego de planos y luces que acompañan en todo momento la narración en consonancia con una banda sonora adecuada a la ambientación de cada escena.

Las relaciones que mantenemos en comunidad así como los efectos de las mismas son imprevisibles y no existe un manual de instrucciones único para cada colectivo. “Por trece razones” no aporta soluciones evidentes a cada uno de los sucesos pero si que se convierte en un aviso para navegantes que invita a preguntarnos cómo cuidamos nuestras relaciones con los demás y cuál es el mundo que estamos creando a nuestro alrededor.


@capitanparidas

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