Hace once años este tipo de historias tenía mucho impacto, hoy ya no tanto.
La película no es más que un rosario de historias cortas, más o menos exageradas, más o menos sensibleras, más o menos impactantes, sobre abusos sexuales a menores, pedofilia, pederastia, violencia familiar, abandono, delincuencia, mendicidad infantil, etc. Historias que por su propia naturaleza impresionan a las personas, confundiendo lo que es la película en si misma con el problema humano.
¡Qué gran película, qué impactante, qué dureza, qué...! Pues no, como película es más bien regular.
La Dirección resulta lenta o muy lenta con numerosas secuencias que no se sabe a qué vienen.
Los actores principales son muy poco creíbles porque actúan de forma muy teatral y exagerada; todo a base de gritos, gestos excesivos, diálogos irrelevantes, insultos y todo tipo de groserías; y, como los monos, obsesionados con copular con cualquiera que se les cruce. Parecen más un grupo de gamberros infantiles que un grupo de policía.
Lo mejor, lo único que sostiene a la pelicula, es la sucesión de historias cortas, muy bien interpretadas por los actores secundarios. Pero, claro, un documental haría lo mismo.
Se puede ver, se pasa un rato pero no es para verla dos veces.