Se han dicho ya aquí cosas tan buenas sobre este falso documental que poco se puede añadir. Pero el juego verdad-mentira, que aquí aparece al principio, es tan viejo como el mundo.Ya lo escribió Hesiodo y lo puso en boca de las Musas: “Sabemos decir mentiras con apariencia de verdad”.
Relativamente nuevo, en este filme, es escoger el silencio, en un mundo en el que el parloteo es continuo. Quitada la palabra todo parece de un mundo soñado, con imágenes diversas, unas interesantes y otras anodinas. Incluso, en medio, una historia de desamor.
Es verdad que la emoción está suprimida, pero esa austeridad resulta atractiva e inquietante.