Qué cosa más estrafalaria. ¡Qué inhóspita! Me ha dejado a cuadritos, la verdad. Tanto que me he dicho yo para mí “de esta peli tienes que hablar, aunque te dé mucha pereza entrar en esa web tan fea…” y aquí estoy.

Con el, pongamos, 80% de las pelis americanas, me pasa que no me creo nada de lo que hacen o dicen sus personajes. Aquí también me pasa un poco eso, pero no con el protagonista, del que ya sabemos de ante mano que padece una enfermedad mental. A él me lo creo (por cierto, aunque no resulte políticamente correcto decirlo: FANTÁSTICO Gibson), a su esposa también, pero a sus hijos y al resto de las personas, como que no.
Tal vez sea porque en España si te das de cabezazos contra la pared, te rompes la cabeza, pero en USA rompes la pared, y a mí eso me es ajeno y no lo asimilo como algo lógico.

La película de Jodie Foster es muy muy extraña, con su correspondiente dosis de riesgo. Alguno se ha despistado por aquí y se queja de que no tiene gracia, natural. Es que las pelis sobre personas enfermas no suelen tenerla… ¿por qué iban a tenerla?

La Foster se marca un sentido homenaje a “Evil Dead” (fíjense bien), sólo que con la peli de Raimi te tronchabas de risa en esa secuencia, y en esta, sin embargo, pasas miedo.

Una película curiosísima, de las que no dejan indiferente.