Esa es la palabra que mejor puede definir este excepcional thriller antibélico ambientado en la época de la Guerra Fría, que comienza ya con una conversación de lo más interesante sobre la posibilidad de un holocausto nuclear y que no pierde ni un ápice de interés a lo largo de la hora y tres cuartos que dura.

Un supuesto error electrónico en la base del mando aéreo militar estadounidense provoca que sus aviones se dirijan a Rusia....no con muy buenas intenciones.

Pero si el film logra tener un suspense tan brutal es sin duda gracias a la fantástica labor de realización de Lumet y a unas soberbias interpretaciones, entre las que destacaremos a Fonda (presidente de los EEUU entre la espada y la pared) y a Matthau (científico cercano a la locura y de extrema derecha).

Y por si el desarrollo in crescendo de la película no fuera poco, la forma de resolver tamaño conflicto te deja con mal cuerpo durante un buen rato.....impactante.

El minimalismo convertido en arte cinematográfico.

Lo mejor: las conversaciones telefónicas entre los líderes de EEUU y la URSS.

Lo peor: un final no del todo aclaratorio (por ello le pongo un 9,5).